PRODUCTIVIDAD Y TIEMPO DE TRABAJO COMO CLAVES DE FUTURO
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1. Independientemente del modelo de desarrollo
por el que Europa opte a partir de ahora, los retos de productividad y de tiempo
de trabajo van a marcar nuestro futuro y las opciones que nuestro continente
tenga para salir adelante.
2. El ritmo de avance de la productividad va a definir
en qué medida vamos a ser o no capaces de mantener –o mejorar- el estado de
bienestar, incluyendo salarios, gasto social y servicios públicos y sociales. Esto
requiere asegurar que, tanto el avance tecnológico como la inversión productiva
mantienen un ritmo constante de crecimiento.
3. Pero el discurso económico habitual esquiva,
de forma sistemática y sorprendente, que los avances en la productividad deben hacer
frente a dos retos extraordinarios en el caso de la Europa actual:
a)
La necesidad de abordar el proceso de desapalancamiento financiero (y de
que el nuevo modelo de desarrollo sea sostenible, en cuanto que no necesite
apalancarse en un constante incremento del sobre-endeudamiento)
b)
La necesidad de hacer frente al reto ya inaplazable del hundimiento
demográfico europeo.
4. Efectivamente, ambos retos, desapalancamiento
y hundimiento demográfico, van a presionar necesariamente al alza los niveles
de productividad que Europa va a necesitar para asegurar la viabilidad de su modelo
de desarrollo
5. En el caso del reto demográfico, la cuestión
clave es que abordarlo está indisolublemente unido a una reducción rápida y
continuada del tiempo de trabajo. Una reducción que sólo será compatible con el
desarrollo económico si se compensa con significativos avances de la
productividad por hora trabajada. Si se prefiere, podemos decir que es
precisamente el avance de la productividad por hora lo que debe hacer factible
esta reducción sistemática del tiempo de trabajo.
6. La reducción del tiempo de trabajo es
imprescindible si Europa quiere hacer frente al actual desastre demográfico,
fundamentalmente generado como consecuencia de la sobre-utilización laboral de
las mujeres a partir de los años 70. Una sobre-utilización que continúa hoy en
día, a pesar de su progresiva distribución entre los dos sexos.
7. Lo cierto es que, lógicamente, la mayor y
disparatada presión laboral que han sufrido las mujeres nos ha llevado a una radicalmente
menor dedicación de tiempo al trabajo doméstico y, lógicamente –aunque no sea
el único factor- al hundimiento demográfico.
TIEMPO DIARIO DEDICADO AL
TRABAJO REMUNERADO Y NO REMUNERADO. 23 PAÍSES DESARROLLADOS. 2016 |
FUENTE: UN WOMEN 2017 |
8. Es evidente que la solución del problema no radica en la
distribución de esta carga entre los dos sexos, aunque ello sea, en sí mismo, lógico.
De forma claramente interesada, medios y expertos se centran en este aspecto de
forma obsesiva y evitan el problema de fondo, que no es otro que la sobrecarga
de trabajo generada a partir del momento en que las mujeres se incorporan al
mercado de trabajo, no a través del reparto del trabajo existente sino
añadiendo 40 horas de trabajo a las cargas profesionales y domésticas ya
existentes.
9. Europa se enfrenta a un desastre demográfico –y económico,
puesto que ambos están claramente interrelacionados- que nuestra clase política
ha consentido durante generaciones. El modelo de desarrollo europeo no va a
poder continuar esquivando este problema y se va a ver obligado a abordarlo. Esto
requiere, probablemente, una actuación en distintas vertientes que, desde la
perspectiva del desarrollo económico, podemos sintetizar de la siguiente forma:
A) Asegurar un crecimiento constante de la productividad por
hora trabajada
B) Asegurar una reducción constante del tiempo de trabajo
remunerado, tanto para hombres como para mujeres
C) Impulsar la productividad del trabajo doméstico no remunerado
en los ámbitos en los que esto sea posible (a través, fundamentalmente, del
avance tecnológico)
10. Por supuesto, el hecho de que entendamos que éstos son los
factores clave no impide tener en cuenta otros, como la estabilidad en el
empleo o los niveles salariales. En conjunto, el modelo de desarrollo debe
generar una productividad suficiente para, en primer lugar, hacer frente al
impacto del proceso de desapalancamiento financiero y, a continuación,
compensar el efecto de la reducción del tiempo de trabajo imprescindible para
abordar el reto del hundimiento demográfico europeo.
“EL FUTURO DE EUROPA. Bases para un
nuevo modelo”
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