LAMENTABLEMENTE, ACERTAMOS. CON LOS DEMÓCRATAS VENÍA LA GUERRA

1.      Ya desde la campaña electoral de 2020 advertimos de que, frente a una política exterior agresiva pero no belicista de Donald Trump, la victoria de la candidatura de Joe Biden supondría un altísimo riesgo de guerra contra Rusia y China.

2.      Lo que en Estados Unidos denominan el “partido de la guerra” se hizo con la victoria. Un partido que no es ni demócrata ni republicano, aunque en ese momento controlara el Partido Demócrata. A este “partido” pertenece también la casta tradicional republicana (la familia Bush, los neoconservadores, …). Todos ellos, como el “partido de la guerra” demócrata, muy directamente vinculados a Wall Street. Y constituyen el sector de la oligarquía corporativa que no ve otra salida a su cada vez más difícil situación que aplastar por cualquier medio a China y Rusia como poderes independientes a través de la guerra.

3.      Durante 2021 este diagnóstico se ha ido confirmando. La élite corporativa ha dado ya por fracasada la estrategia diseñada en 1999 a través del PNAC (Proyecto por el Nuevo Siglo Americano) que consistía en destruir las naciones musulmanas autónomas o avanzadas como paso previo para el sometimiento de Rusia y China. Ahora sólo hay tiempo para el enfrentamiento directo con estos dos países, cuya autonomía y creciente peso la élite corporativa considera una amenaza insoportable para su propio poder.

4.      Washington –Wall Street- está claramente intentando lanzar a sus peones a la guerra. Sólo una rebelión europea o una rebelión en las propias fuerzas armadas de EEUU –similar a la que ya se produjo en 2013 para evitar el enfrentamiento directo con Rusia en Siria- pueden ahora evitar un desastre que la élite corporativa occidental que controla la Casa Blanca parece estar deseando.

5.      Si nos situamos en la mentalidad de estos oligarcas, que han venido controlando el mundo hasta ahora, no tienen muchas opciones. Están convencidos de que tolerar el peso creciente de China y Rusia en el mundo es posible que conduzca –como estos países plantean- a un mundo multipolar pero –en cualquier caso- en ese mundo multipolar ellos –la oligarquía occidental- lo van a tener cada vez más difícil. No ya para controlar el mundo como hasta ahora, sino también para seguir controlando Occidente.

6.      La crisis del modelo de desarrollo económico occidental y la pérdida de la hegemonía mundial están llevando a la élite corporativa a una situación desesperada, ante la cual –al menos un sector de ella- no parece dudar en apostar por el escenario también desesperado de una guerra con Rusia y China, que ellos parecen ver ya como su única salida.

7.      Wall Street piensa que ésta puede ser su última oportunidad. En su opinión, con la presidencia de Donald Trump perdieron 4 años preciosos que han permitido a China y Rusia continuar su avance. Y no pueden arriesgarse a que, perdiendo las elecciones de fin de año, pierdan también definitivamente la posibilidad de iniciar la guerra que buscan. Lamentablemente, situados en el lugar y la mentalidad de estas élites, estamos en el contexto y en el momento oportuno para desatar el conflicto bélico … y no podemos arriesgarnos a retrasarlo.

8.      Occidente, la humanidad en su conjunto, está situada ante un momento histórico, en el que nos enfrentamos al hipotético desastre por un lado o, al contrario, a un futuro lleno de esperanza en el que, apoyados en el respeto mutuo y el avance social, tecnológico y económico, construyamos entre todos un mundo mejor.

9.      Mientras tanto, la complacencia de los grupos políticos y medios de comunicación europeos con el acceso de estos grupos criminales al poder en EEUU revelan con claridad la complicidad de las élites europeas con estas estrategias de guerra.

 

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