AVANCE TECNOLÓGICO Y PRODUCTIVIDAD DE MERCADO
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1. Conceptualmente podemos fácilmente entender
que la productividad laboral de un territorio equivale a la producción media
por hora de trabajo o por trabajador.
2. Sin embargo, si la cuantificación de las
horas de trabajo o del número de trabajadores de la economía europea es
suficientemente precisa, la variable “producción” resulta ciertamente más
compleja, sometida a las dificultades de cálculo habituales en este ámbito de
la macroeconomía.
3. El problema radica en que, al examinar la
producción de un territorio, nos encontramos con un gran número de productos y
servicios que sólo somos capaces de valorar macroeconómicamente a través de su respectivo
precio en el mercado, expresado en dinero.
4. Esto significa que sólo tenemos en cuenta en
los incrementos de productividad los incrementos de precio del conjunto de
bienes y servicios vendidos (ajustados en base a la inflación).
5. Como consecuencia de ello, se producen graves
distorsiones en la medición macroeconómica del impacto del avance tecnológico
sobre la eficiencia de la producción.
6. En principio, el avance tecnológico puede
tener como finalidad incrementar la producción, reducir los costes o mejorar la
calidad o eficiencia de los productos y servicios.
7. Al basarse en la referencia monetaria de los
precios de mercado, la medida macroeconómica de la productividad no tiene en
cuenta el impacto de cambios productivos que generan mejoras de calidad o
eficiencia en los productos o servicios. O sólo tiene en cuenta su impacto en
los incrementos de producción o en la reducción del número de horas trabajadas.
8. A la vez, esta forma de medir la
productividad tiene como consecuencia que tampoco se tendrán en cuenta en la
misma los avances tecnológicos que permitan reducir costes distintos de los
laborales.
9. Veamos qué sucede con los avances tecnológicos
que reducen horas de trabajo. Si, como es habitual a medio plazo, esta reducción
de horas de trabajo se acompaña de una reducción equivalente del precio de los
productos y servicios, el impacto en la medida de la productividad será nulo,
al no modificarse la proporción entre el precio de las mercancías producidas y
el número de horas de trabajo.
10. De
este modo, vemos cómo la actual medición macroeconómica de la evolución de la
productividad en base a los precios de mercado deja escapar una parte sustancial
del impacto “social” del avance tecnológico.
“EL FUTURO DE EUROPA. Bases para un
nuevo modelo”
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