DESEMPLEO MASIVO O MENOS TIEMPO DE TRABAJO
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1. Uno
de los aspectos más preocupantes del proyecto Gran Reinicio es la insistencia
en relacionar la Cuarta Revolución Industrial con el desempleo masivo.
2. La
argumentación es bien conocida. Se supone que la Cuarta Revolución Industrial
va a generar, o debería generar, un incremento radical de la productividad, que
llevaría implícito el surgimiento de amplias capas de trabajadores excedentes
que terminarían necesariamente en una situación de desempleo. Veamos dos
referencias al respecto:
PROBABILIDAD DE AUTOMATIZACIÓN DE EMPLEOS
EN EUROPA POR SECTORES |
FUENTE: BOWLES, Jeremy (2014) The computerisation of European Jobs. BRUEGEL |
SALARIOS CONTRA MÁQUINAS. RIESGO DE
AUTOMATIZACIÓN Y PIB POR HABITANTE |
FUENTE: OECD / THE ECONOMIST (2018) |
3. Para
compensar esta situación, también desde el proyecto Gran Reinicio, se hace un
gran hincapié en la conveniencia de poner en marcha instrumentos de renta
básica universal que eviten que estas situaciones de desempleo masivo generen
una excesiva desestabilización política o social.
4. De
esta forma, Cuarta Revolución Industrial, desempleo masivo y renta básica
universal se convierten en tres piezas fundamentales de la concepción que Las
grandes multinacionales tienen sobre el futuro del desarrollo industrial de
Occidente.
5. Lo
que resulta ciertamente sorprendente de esta argumentación es la directa
relación que se establece entre incremento de la productividad y masivo
desempleo, haciendo que, de una forma u otra, los trabajadores y los ciudadanos
en general terminen contemplando este incremento de la productividad más como
una amenaza que como una oportunidad.
6. Lo
cierto es que los incrementos de la productividad pueden generar situaciones
concretas o temporales de desempleo, pero de ninguna manera tienen por qué
estar relacionados con altos niveles de desempleo estructural permanente. Desde
el propio análisis oficial se viene repitiendo cómo la pérdida de puestos de
trabajo en algunos sectores puede ser compensada por la creación de nuevos puestos
de trabajo en nuevos productos o servicios que atiendan necesidades hasta
entonces no cubiertas. Esto es lo que ha venido repetidamente sucediendo con
los avances técnicos y tecnológicos desde la Primera Revolución Industrial.
7. De
todas formas, como la doctrina oficial del proyecto Gran Reinicio parece dar
por supuesto que, en esta ocasión, esta creación de nuevos puestos de trabajo
alternativos no se va a producir o no va a ser suficiente para compensar significativamente
la caída de la necesidad de trabajo generada por el incremento de la
productividad.
8. Lo
que resulta realmente sorprendente en el análisis oficial es hasta qué punto se
obvia la evidencia de que los incrementos de productividad pueden llevar tanto
a un exceso de trabajadores como a una reducción del tiempo de trabajo por
persona.
9. Según
los análisis más pesimistas, la Cuarta Revolución Industrial nos puede llevar, en
último término, a enormes excedentes laborales permanentes que algunos sitúan
incluso en un sesenta por ciento de la masa laboral, que quedarían en situación
de desempleo permanente y percibiendo una renta básica universal. Sin embargo,
con las mismas premisas, podríamos situarnos en un contexto de pleno empleo y
con una reducción del tiempo de trabajo a dos días por semana.
10. El
reparto del tiempo de trabajo ha sido un instrumento que, de una forma u otra, ha
funcionado a lo largo del capitalismo como contrabalance de los incrementos de
productividad. No se entiende por qué, ya sea desde una perspectiva
estrictamente técnica o de análisis económico, no se plantea este escenario cómo
el estratégicamente más lógico, o el más adecuado a los intereses generales.
11. Hay que preguntarse cuáles pueden ser las
razones de este planteamiento tan distorsionado -por parte no sólo de los
líderes del proyecto Gran Reinicio, sino por parte de la generalidad de los
análisis mediáticos e incluso académicos- de este reto aparentemente planteado
por la Cuarta Revolución Industrial.
12. En último término, parece que debemos buscar
la explicación en el análisis sociopolítico. Evidentemente, la situación
personal y el posicionamiento social de los trabajadores, tiene una relación
muy directa con el tiempo de trabajo y con la disposición de tiempo libre. Trabajadores
que no tuvieran necesidad de trabajar como asalariados más de dos días por
semana, dispondrían de tiempo libre suficiente para desarrollar sus necesidades
familiares, deportivas o culturales y también, por supuesto, para ampliar sus
conocimientos, relacionarse y organizarse. En definitiva, para conformar una
sociedad significativamente más libre, autónoma y empoderada.
13. Por el contrario, el horizonte planteado por
el proyecto Gran Reinicio nos anticipa una clara diferenciación social entre
dos tipos de colectivos donde, por un lado, una minoría continuaría en
condiciones similares a las actuales, trabajando aproximadamente cuarenta horas
semanales y con un tiempo libre limitado. Y como contrapartida, una mayoría de
desempleados que dependerían de la percepción de una renta básica universal y
que constituirían progresivamente una clase meramente pasiva y, por lo tanto, con
una decreciente valoración social y política.
14. Probablemente,
no pasaría mucho tiempo hasta que los derechos sociales y políticos de estas
personas sin peso en el ámbito productivo se cuestionaran y que está falta de
participación productiva fuera progresivamente trasladándose a la falta de
participación social y política. De esta forma, este proceso conducirá de forma
consciente o inconsciente a considerar a estas personas como una mera carga y a
justificar progresivas medidas de marginación social y política.
15. Recordemos
que el contexto del Gran Reinicio basa su esencia en el avance hacia un modelo
de capitalismo corporativo en el que los derechos políticos frente al Estado,
van a tener una importancia decreciente. De ahí que la lógica implícita en el proyecto
nos traslada a un modelo de sociedad con tres estratos claramente
diferenciados. Por un lado, la élite oligárquica o corporativa que concentraría
el poder económico, político y social. Por otro lado, una minoría de trabajadores
con empleo estable con derechos civiles y políticos aparentemente amplios, pero
siempre condicionados al sometimiento a la élite corporativa. Finalmente, una
mayoría de ciudadanos en situación permanente de desempleo, pero con una renta
básica garantizada y con derechos económicos, sociales y políticos decrecientes.
16. Es este horizonte el que nos obliga a poner sobre
la mesa cuanto antes la falta de lógica económica en esta fundamentación del proyecto
Gran Reinicio y la necesidad de que, atendiendo a los intereses generales, las
distintas fuerzas sociales apuesten con claridad por una relación directa entre
incrementos de productividad y reducción del tiempo de trabajo, que se aplique
cuanto antes a través de políticas proactivas.
“EL FUTURO DE EUROPA. Bases para un
nuevo modelo”
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