CUARTA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL Y PRODUCTIVIDAD MONETARIA
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1. Recordemos
que los dos grandes retos económicos del Proyecto “Gran Reinicio” abordado por
las élites corporativas occidentales son:
a)
La necesidad de reestructuración financiera de una economía sobre-endeudada, a
través de estrategias de desapalancamiento financiero
b)
La necesidad de poner en marcha un nuevo modelo económico que, al contrario que
el neoliberalismo, no necesite apoyarse en un constante incremento de la
financiarización y del sobre-endeudamiento.
2. El
reto fundamental a la hora de definir ese nuevo modelo económico es, sin duda,
garantizar la rentabilidad de las inversiones. La Cuarta Revolución Industrial
es una de las claves fundamentales que el proyecto Gran Reinicio plantea como respuesta
a este reto, identificándola con el “reinicio tecnológico”[1].
3. Este
objetivo es aparentemente lógico desde el punto de vista de la cultura económica
habitual en Occidente. Se supone que el desarrollo tecnológico es la base del
desarrollo económico y que desarrollo económico y rentabilidad de las
inversiones avanzan en paralelo.
4. Sin
embargo, la historia del capitalismo nos demuestra una y otra vez que, siendo
cierta esta equivalencia a muy largo plazo, esto no es así a corto y medio
plazo y que las contradicciones entre avance tecnológico y avance social y económico
–y, sobre todo, entre avance tecnológico y rentabilidad de las inversiones- son
constantes.
5. Durante
las últimas décadas, estas contradicciones se han manifestado fundamentalmente
a través de lo que se ha denominado la “paradoja de la productividad” que ha
marcado una Tercera Revolución Industrial en la que el avance tecnológico en
las tecnologías de la información y la comunicación ha sido incapaz de corregir
el declive de la productividad y la decadencia económica y social de Occidente.
6. La
cuestión clave es en qué medida podemos entender que, al contrario que la Tercera
Revolución Industrial, lo que ahora se denomina Cuarta Revolución Industrial sí
va a ser capaz de aunar desarrollo tecnológico y productividad monetaria o
rentabilidad de las inversiones.
7. Este
reto es claramente reconocido por los propios impulsores del Gran Reinicio:
“La productividad es el
factor más importante del crecimiento a largo plazo y del aumento del nivel de
vida, por lo que su ausencia, si se mantiene a lo largo de la cuarta revolución
industrial, significa que tendremos menos de estos beneficios. Sin embargo, ¿cómo
podemos conciliar los datos que indican una productividad decreciente con las
expectativas de una mayor productividad que tienden a ser asociadas con el
progreso exponencial de la tecnología y la innovación?”[2].
8. Veamos las tres razones[3]
por las que Schwab entendía que la Cuarta Revolución Industrial iba a superar
el problema:
a)
“La cuarta revolución industrial ofrece
la oportunidad de incorporar a la economía mundial las necesidades
insatisfechas de dos mil millones de personas, lo que motiva una demanda
adicional de productos y servicios …”
b)
“Aumentará en gran medida nuestra
capacidad de enfrentarnos a las externalidades negativas y, en el proceso,
aumentar el potencial de crecimiento económico” (fundamentalmente en el ámbito
de las “emisiones de carbono”)
c)
Las organizaciones públicas y privadas se están transformando “para alcanzar totalmente la eficiencia que
ofrecen las capacidades digitales”.
9. Estos
razonamientos son más que discutibles. Esperar que el hecho de que las
organizaciones públicas y privadas estén o no realizando esfuerzos de
transformación que antes no realizaban impacte significativamente sobre la
productividad monetaria es claramente voluntarista. Se trata de meros avances
dentro de la senda del desarrollo tecnológico y la cuestión de fondo no es
mayor o menor avance tecnológico, sino cómo conseguir que el avance tecnológico
vuelva a ser compatible con avances en la productividad monetaria de las
inversiones.
10. Los avances en la resolución de las
externalidades negativas difícilmente pueden generar avances de productividad. Ni
siquiera es ese su objetivo, que hay que situar en el ámbito social. Al
contrario, se trata de medidas adoptadas con objetivos
sociales/medioambientales con impacto lógicamente negativo en la productividad.
11. La
incorporación de dos mil millones de personas como demandantes de productos y
servicios sí es una expectativa razonablemente ligada a los avances de
productividad. El problema radica en que no son las empresas occidentales las
que se están haciendo con estos nuevos mercados sino, cada vez más, empresas
chinas y asiáticas en general.
12. Klaus Schwab parece sentirse inseguro de sus propios
argumentos, reconociendo expresamente en 2016 que, para evitar problemas
estructurales similares a los de la Tercera Revolución Industrial, la Cuarta
tendría que buscar soluciones distintas:
“En verdad, mi opinión es
que las reglas de la competitividad en la economía de la cuarta revolución
industrial son diferentes de las de períodos anteriores. Para seguir siendo
competitivos, tanto las empresas como los países deben ubicarse en la frontera
de la innovación en todas sus formas, lo que significa que las estrategias que
se centran principalmente en la reducción de costes serán menos eficaces que
las que se basen en ofrecer productos y servicios de maneras más innovadoras. Como
vemos hoy en día, las empresas ya establecidas están siendo llevadas a
situaciones de presión extrema por disruptores e innovadores emergentes de
otras industrias y países. Lo mismo podría decirse de los países que no
reconocen la necesidad de centrarse en la construcción de forma adecuada de sus
ecosistemas de innovación”[4].
13. Esta argumentación tiene su aparente lógica. Recordemos
que el problema de la productividad monetaria del avance tecnológico no se
produce en los líderes en innovación sino, al contrario, en el resto de la
economía. Sin embargo, pretender que el conjunto de la economía se convierta en
“líder en innovación” parece una contradicción en sí mismo.
14. En definitiva, al menos desde la perspectiva
de Schwab, no parece que se esté planteando para la Cuarta Revolución
Industrial una estrategia realmente distinta a la que fracasó en la Tercera: Más
innovación y ampliación de mercados. Especialmente si tenemos en cuenta los límites
que las empresas asiáticas marcan, de forma cada vez más clara, a las empresas
occidentales.
15. Todo hace indicar que la dificultad de encontrar
otras vías de rentabilizar inversiones a través del incremento de la
productividad monetaria es lo que está llevando al Gran Reinicio a utilizar la
estrategia del desplazamiento de empresas y sectores como una “expansión interna”
destinada a que las grandes corporaciones amplíen sus mercados a costa de las
pequeñas y medianas empresas europeas.
“EL FUTURO DE EUROPA. Bases para un nuevo modelo”
Otros
documentos de EKAI Center
ENTIDADES
COLABORADORAS:
[1] SCHWAB, K. y MALLERET, Th. (2020). COVID-19: El Gran Reinicio. Forum Publishing. p. 169
[2] SCHWAB, Klaus (2016). La cuarta revolución industrial. DEBATE. Prólogo
de Ana Patricia Botín. P. 50
[3] SCHWAB, Klaus (2016). P. 51-52
[4] SCHWAB, Klaus (2016). P. 52