AVANCE TECNOLÓGICO Y DESTRUCCIÓN SOCIAL
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1. La
Tercera Revolución Industrial nos ha demostrado la aparentemente extraña
coincidencia de avance tecnológico y escaso incremento de la productividad que
se ha registrado en Europa durante las últimas décadas.
2. Ya
hemos explicado que, desde nuestro punto de vista, esta “paradoja de la
productividad” se puede explicar a través de la distinción entre productividad
monetaria y productividad social del avance tecnológico. El factor fundamental
que late detrás de esta diferenciación es el impacto negativo que una buena
parte del avance tecnológico tiene sobre los precios, al permitir la elaboración
de productos y servicios con costes más bajos por unidad.
3. El
problema de la “paradoja” radica en que la productividad “monetaria” es –lógicamente-
la única relevante para los inversores. Como consecuencia de ello, la reducida
productividad monetaria genera toda una serie de dinámicas económicas, políticas
y sociales destinadas a incrementar esta productividad o a compensar la menor
productividad a través de la generación de beneficios en otro tipo de
inversiones.
4. Ésta
es, probablemente, la interpretación más razonable de lo que ha venido
sucediendo en Europa –y en Occidente en su conjunto- durante el período
neoliberal. No es sólo que, a pesar del avance tecnológico, la productividad
haya sido reducida, sino que, muy probablemente, es el propio avance tecnológico
el que ha impulsado la productividad “monetaria” a la baja.
5. Como
consecuencia de ello, el avance tecnológico, cuya productividad “social” es, en
principio, evidente, ha generado una serie de dinámicas socialmente
destructivas para Europa.
6. Nos
referimos al conjunto de políticas y estrategias del período neoliberal
destinadas a incrementar la rentabilidad de las inversiones. Entre ellas, por
supuesto, la financiarización y el sobre-endeudamiento, las deslocalizaciones
productivas, la destrucción progresiva del estado de bienestar construido
durante las décadas de posguerra, el hundimiento demográfico o la explotación
masiva de mano de obra barata (mujeres e inmigrantes fundamentalmente).
7. Entender
esta contradicción es fundamental no sólo para comprender lo sucedido a lo
largo del período neoliberal, sino también para comprender cómo Europa parece
haber llegado a una situación límite.
8. A
pesar de todas las medidas adoptadas durante el período neoliberal, la
rentabilidad de las inversiones productivas en Occidente sigue sin ser
suficiente. En otros momentos históricos, la respuesta a este tipo de problemas
se buscó en el exterior, a través de la expansión en mercados coloniales o de
guerras destinadas a la apropiación de mercados de otras potencias. Un impacto
similar tuvo la globalización con respecto a los mercados de Asia y del Este de
Europa, pero esa expansión finalizó y, al contrario, las potencias euroasiáticas
van abriéndose paso progresivamente en mercados anteriormente en manos de las
potencias occidentales.
9. La
respuesta a este aparente callejón sin salida es, probablemente, la revolución
corporativa que las grandes corporaciones han denominado “Gran Reinicio”.
10. Esta situación parece haber sido percibida así
por las grandes multinacionales, hasta el punto de haberse planteado la
necesidad de dar por finalizado el modelo neoliberal y de instaurar –a través
del “Gran Reinicio”- un nuevo modelo económico, que ellos denominan “capitalismo
inclusivo” y que más adecuadamente se está denominando “capitalismo corporativo”
o incluso “feudalismo corporativo”.
“EL FUTURO DE EUROPA. Bases para un nuevo modelo”
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