Participación en la Empresa ¿ES POSIBLE EL DIÁLOGO?

1.     El avance de los sistemas de participación cualificada de los trabajadores en la empresa se mueve a través de una complicada senda que transcurre en la intersección del conflicto entre capital y trabajo. Desbrozar los límites de esa intersección puede ser una cuestión clave para, en cada caso, avanzar posibles nuevos pasos en la introducción de estos sistemas de participación.

2.     En apariencia, el diálogo entre capital y trabajo en el ámbito de estas participaciones cualificadas parece tener éxito en el caso de las participaciones en capital que no se introducen por vía de normas imperativas sino a través de incentivos.

3.     Este tipo de participaciones, aun siendo moderadas en sus objetivos de participación, se han extendido de hecho por las grandes empresas de todo Occidente. En este contexto, trabajadores y dirección de la empresa, o trabajadores y accionistas de control, establecen voluntariamente un marco de colaboración en la adquisición o distribución de estas participaciones.

4.     Sin embargo, las limitaciones del diálogo entre trabajo y capital son también claras en este caso. Por un lado porque, de hecho, este tipo de participaciones sólo se extienden cuando existen importantes incentivos fiscales que acercan suficientemente los intereses de accionistas y trabajadores. Por otro lado, porque se trata de un modelo que aspira a participaciones muy minoritarias en el capital y no, en principio, en los órganos sociales.

5.     En el caso de las participaciones cualificadas en la administración y en los resultados, el margen para apoyarnos en el diálogo entre capital y trabajo como instrumento de avance de la participación no parece significativo. Esta es la razón de que estas participaciones cualificadas sólo avancen en función de normas imperativas.

6.     Un importante obstáculo para la implantación de los sistemas de participación cualificada es la dificultad del capital de adoptar decisiones con perspectivas de muy largo plazo. Tanto la participación en resultados como la participación en el órgano de administración pueden suponer importantes ventajas para los accionistas desde la perspectiva de evitar la financiarización de la actividad, facilitar la gestión de costes laborales etc. Pero se trata casi siempre de ventajas claramente materializadas a muy largo plazo. Es muy difícil que a los representantes del empresariado les resulte aceptable adoptar por sí mismos este tipo de sistemas, sobre los que tienden a valorar fundamentalmente lo que consideran perjuicios a largo plazo para sus representados. Peligros como un mayor coste de la retribución del trabajo y una menor retribución del capital, una incómoda presencia de trabajadores o sindicatos en los consejos, etc.

7.     Por supuesto, esto no quiere decir que la perspectiva de muy largo plazo hiciera desaparecer las contradicciones de intereses entre trabajo y capital en el ámbito de la participación. Pero sí creemos que podría ser un importante suavizador de esas contradicciones, que facilitaría notablemente la actuación de las políticas públicas impulsoras de la participación cualificada.

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