LA PRODUCTIVIDAD COMO CAUSA DE LA CRISIS
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1.
La historia
del capitalismo parece acreditar que, efectivamente, a períodos de expansión de
la productividad en el conjunto de la economía les han sucedido períodos o
ciclos de crisis o caída de la inversión y del incremento de la productividad
del trabajo. Ha habido distintas explicaciones a este fenómeno, pero es
interesante contemplarlo no sólo desde la perspectiva de la discontinuidad y
alternancia entre unos y otros períodos. De especial interés es el análisis de
la hipótesis de que sea precisamente el propio incremento de la productividad
del trabajo el que genera a medio o largo plazo una tendencia al declive de la
rentabilidad de las inversiones y, como consecuencia de ello, a la crisis económica.
2.
Esta paradoja
ha sido analizada por distintos autores, destacando entre ellos los del ámbito
del análisis marxista. En síntesis, el incremento de la productividad, a través
fundamentalmente de la inversión tecnológica, genera una reducción de los
puestos de trabajo necesarios para la producción y, como consecuencia de ello,
una reducción del valor añadido. Evidentemente, esto no sucede en las empresas
pioneras en la introducción de las innovaciones tecnológicas, que se benefician
de la reducción de costes y de mayores márgenes. El impacto negativo en la
rentabilidad se produce en el conjunto del sector afectado una vez que el
mercado acaba reduciendo los precios en concordancia con los nuevos costes más
reducidos.
3.
La tendencia
de las empresas es, cuando pueden, reaccionar a esta reducción de márgenes a
través de la expansión de las ventas. Pero esto resulta crecientemente
complicado si los avances tecnológicos y la indicada contención del valor
añadido se produce en el conjunto de la economía.
4.
En este caso,
la solución habitual –aunque no la única- es recurrir a expansiones externas
del mercado que mantengan el valor total de las ventas compensando la reducción
de los márgenes. Esta tendencia explica la extraordinaria agresividad con la
que cada cierto tiempo han actuado las potencias occidentales durante los dos últimos
siglos, en un afán por ocupar urgentemente mercados coloniales o por destruir a
uno u otro competidor industrial al que arrebatarle sus mercados.
5.
Ésta es también
la razón que explica la idea de que el capitalismo necesita una permanente
ampliación de mercados y que la falta de nuevos mercados es quizás la mayor
dificultad actual para la supervivencia del capitalismo como sistema.
6.
Recordemos
que la última gran expansión se produjo durante los años 90, basada en la
apertura de los mercados del Este, como consecuencia de la caída de la Unión
Soviética y de la introducción de la economía de mercado en China.
7.
La drástica
reducción de los territorios pendientes de incorporar a los mercados
occidentales y el cambio del contexto geopolítico parecen haber cerrado esta vía
de expansión geográfica y, de esta forma, la habitual válvula de escape de la
expansión del capitalismo quedaría cerrada. Sin esta válvula de escape, la
rentabilidad de las inversiones tiende a irse erosionando rápidamente y, con
ella, a reducirse drásticamente la inversión productiva.
8.
Salvo que nos
planteemos la hipótesis de una guerra nuclear de resultado final incierto, el
futuro del modelo de desarrollo europeo actual debe buscarse necesariamente en
el reajuste interno. Y no parece una tarea nada fácil, ni desde el punto de
vista estrictamente económico, ni social ni político. Éste es probablemente el
enorme reto al que pretende responder el proyecto “Gran Reinicio”. Recordemos
que, si la hipótesis indicada es correcta, no estamos ante una crisis generada
como consecuencia de mala gestión o de políticas inapropiadas, sino a una
consecuencia inevitable de la propia expansión de la productividad en el
contexto de una economía de mercado basada en el incentivo de los inversores.
“EL FUTURO DE
EUROPA. Bases para un nuevo modelo”
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