LA SOCIALDEMOCRACIA ANTE UN CONTEXTO "REVOLUCIONARIO"
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1.
Nuestros
lectores ya saben que nos encontramos ante un contexto de cambio histórico en
Europa. Durante el siglo XX se hubieran sucedido los debates sobre en qué
medida estamos o no en un contexto “prerrevolucionario”, lo que parecía la
eterna esperanza para algunos y el eterno debate para otros.
2.
La
socialdemocracia, tras décadas de complicados esfuerzos para mantener su
presencia política durante el período neoliberal, no se encuentra en el mejor
contexto para posicionarse adecuadamente ante este tipo de cambios
estructurales. Durante mucho tiempo, la socialdemocracia reprochó a las fuerzas
políticas “revolucionarias” falta de realismo, en una posición pragmática que parecía
fortalecerse con el tiempo, ante la ausencia de modelos alternativos de peso,
especialmente a partir de la caída de la Unión Soviética y la apertura de la
economía china al mercado.
3.
Sin embargo,
el eterno debate sobre la viabilidad o no de las opciones de carácter
revolucionario en Europa puede quedar desbordado en el contexto actual, en la
medida en que todo parece indicar que no son los trabajadores asalariados sino
la propia élite corporativa la que está desencadenando un proceso “revolucionario”,
aprovechando el contexto COVID-19 y a través del Proyecto Gran Reinicio.
4.
En este
contexto de cambio histórico podemos identificar condiciones objetivas y
subjetivas, siguiendo una metodología habitual para este tipo de análisis.
5.
Entre las
condiciones objetivas, podemos situar en primer lugar el agotamiento –próximo al
estallido- del modelo de desarrollo neoliberal, cada vez más próximo al
colapso, si es que éste no ha empezado ya.
6.
Una segunda
condición objetiva para este cambio histórico es el nuevo contexto geopolítico,
que ha llevado a la pérdida de la hegemonía mundial de la élite corporativa que
ha venido controlando Europa y Estados Unidos.
7.
Como condición
subjetiva podemos indicar en primer lugar la expansión de Internet, que está
generando un lento pero progresivo desapego del sistema por parte de capas
crecientes de ciudadanos.
8.
Finalmente,
podemos identificar también como factor subjetivo la apuesta de la élite
corporativa por un cambio revolucionario destinado a asegurar su poder económico
y político sobre Europa y Occidente en su conjunto.
9.
Es decir, la
socialdemocracia tampoco va a tener la opción tradicional de optar por una
estrategia realista de mantenimiento del sistema frente a planteamientos revolucionarios
de otros sectores del movimiento obrero. La revolución ya está en marcha. Y no
es una revolución socialista sino corporativa (esto es, una revolución fascista).
10.
Frente al contexto del siglo XX, es llamativa
la debilidad con la que los trabajadores –los ciudadanos- se enfrentan a esta
crisis. Fundamentalmente como consecuencia de la debilidad organizativa e ideológica
en la que se encuentran tanto la socialdemocracia como las organizaciones
representativas de los ciudadanos en general, después de casi 5 décadas de
neoliberalismo.
11.
Apelar a lo que la socialdemocracia podría o
debería hacer al respecto sería demasiado fácil: análisis objetivo de la
situación, reposicionamiento, formación, reforzamiento organizativo, etc.
12.
El problema es que no hay tiempo. Porque no
nos encontramos ante un cambio histórico o revolucionario que unas u otras
organizaciones sociales puedan plantearse poner en marcha, sino ante una
revolución fascista ya iniciada por la oligarquía corporativa occidental a través
del férreo control de gobiernos y medios de comunicación y la voladura controlada
de la economía.
13.
Esta revolución
ya está en marcha. Su marco socioeconómico ha sido ya claramente descrito por
las propias élites europeas y su marco político está siendo desplegado a través
de medidas de control progresivas con el pretexto y en el marco de la pandemia
COVID-19. Y los ciudadanos se encuentran prácticamente desarmados frente a las
mismas. Lo iremos analizando.
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