Inteligencia Política y Estratégica VACUNAS COVID. TONTERÍAS "CIENTÍFICAS"

1.      El bloqueo informativo a favor de las tesis oficiales sobre la pandemia, sobre las políticas públicas aprobadas al respecto y sobre el proceso de vacunación, es tan aplastante, que ha generado una falta total de contraste de las opiniones vertidas al respecto en los medios de comunicación.

2.      Esto está produciendo situaciones ridículas y facilitando afirmaciones absurdas presentadas siempre como opiniones de “expertos” o de “científicos”. Estos “expertos” terminan haciendo el ridículo precisamente como consecuencia de haberse dejado llevar por un contexto en el que saben que cualquier argumento que aporten a favor de las tesis oficiales va a ser bienvenido y no contrastado.

Los ejemplos son constantes. Citemos un par de ellos.

3.      “LOS ENFERMOS DE COVID TIENEN MÁS RIESGO”.

Ya desde las primeras informaciones sobre efectos adversos de la vacuna AstraZeneca, se intentó defender que estos efectos adversos eran (son) insignificantes y, con este fin, supuestos “expertos” en estadística nos decían que el riesgo de un efecto adverso determinado (o de ingresos en UCI o de fallecimientos) por la administración de una vacuna era ridículo y que ello era evidente si lo comparábamos con el riesgo que al respecto tenían … los enfermos de COVID, que resultaba ser significativamente más bajo. Y esto nos lo presentaban los medios como una muestra de saber científico de expertos en estadística. Expertos que olvidaban que tal comparación, lógicamente, debía realizarse con la opción alternativa a inyectarse esa vacuna. Alternativa que era, lógicamente, no inyectársela. Los enfermos de COVID pueden ser un 1% ó un 2% de la población total, con lo que, al hacer la comparación con el riesgo de los enfermos de COVID estos supuestos “expertos” estaban aumentando absurdamente el supuesto riesgo en 50 ó 100 veces. Un verdadero disparate, y mucho más si se nos presenta como un exponente de la opinión “científica” de expertos en estadística. Ridículo.

4.      “CON UN 100% DE VACUNADOS, TODOS LOS FALLECIDOS ESTARÍAN, LÓGICAMENTE, VACUNADOS”

Otro ejemplo, más reciente, es el que intenta borrar del mapa la discusión sobre la eficacia de las vacunas con el absurdo argumento de que “si todos estuviéramos vacunados, el 100% de los enfermos y fallecidos por COVID necesariamente estaría vacunado”. Y esta maravilla argumental se nos presenta también como opinión “científica”.

5.      Por supuesto, con un 100% de vacunados sería sensiblemente más complicado sacar conclusiones sobre los efectos adversos de las vacunas, precisamente porque ha desaparecido el grupo de contraste representado por los no vacunados.

6.      El razonamiento correcto debe comparar el porcentaje de población vacunada con el porcentaje de vacunados y no vacunados en los infectados, en los enfermos graves o en los fallecidos. Comparar los dos porcentajes es la cuestión clave y los dos deben siempre tenerse en cuenta para el cálculo de la eficacia –ceteris paribus- de las vacunas.

7.      Pero utilizar el argumento de que “con un 100% de vacunados todos los fallecidos lo estarían” para cerrar el debate es ridículo y propio de una argumentación de parvulario. Pues esto es lo que han hecho una y otra vez nuestros medios, apoyados en esta argumentación absurda por el supuesto asesor “científico” de turno.

8.      Es esta manipulación informativa la que nos está impidiendo analizar con seriedad lo que realmente está sucediendo con las vacunas. Si son o no seguras y si son o no eficaces. O en qué medida se están confundiendo los efectos adversos con efectos COVID. Hay datos alarmantes, pero información insuficiente, confusa y contradictoria. Gracias, sobre todo, al estupendo servicio que los medios de comunicación están prestando a nuestros ciudadanos.

9.      Este bloqueo informativo está dejando por los suelos la imagen de los propios medios de comunicación. Pero, con ella, también la del conjunto de “expertos” que se prestan a este juego de sustituir el debate y el análisis por la propaganda barata. Apuntarse a la alabanza sistemática de las versiones oficiales siempre es rentable a corto plazo, pero tiene sus riesgos.

 

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