1. La expansión de la participación de los grandes fondos de inversión
al accionariado del conjunto de las grandes corporaciones europeas, plantea un
reto de gran interés a la sociedad y la economía europeas.
2. Este reto es multidimensional. Y abarca tanto las variables de
eficiencia interna de las grandes corporaciones como las consecuencias del peso
global de gestoras y fondos de inversión en el ámbito de la economía política
europea.
3. Efectivamente, si el peso de las grandes corporaciones sobre la
economía, la sociedad y la política europeas ya era excesivo, la concentración
de poder en manos de los grandes fondos de inversión ha generado un salto
cualitativo en la centralización de poder empresarial.
4. En el caso de Europa, esta concentración de poder nos plantea un
problema añadido, como consecuencia del hecho de que estos grandes fondos están
mayoritariamente ubicados en Estados Unidos[1],
lo cual supone un específico reto desde el punto de vista de la alineación de
las decisiones y estrategias de las grandes empresas con los intereses
generales de la economía y la sociedad europeas.
5. El problema de fondo es que Europa, en su actual configuración y
modelo de desarrollo, no tiene muchos instrumentos políticos con los que
responder a estos retos. Y ejercer algún tipo de influencia sobre estos grandes
fondos de inversión resulta aún más complicado si son gestoras o fondos de
propiedad no europea.
6. Sin embargo, la trascendencia de esta cuestión justifica que,
tanto los estados como la propia Unión Europea, se planteen distintas líneas de
actuación al respecto.
7. La primera de ellas es, por supuesto, la de las políticas
anti-trust. La política de defensa de la competencia debe empezar cuanto antes
a aplicarse a participaciones de influencia en empresas del mismo sector
gestionadas por estos fondos de inversión.
8. El conjunto de las políticas de gobierno corporativo europeas debe
reactivarse. El régimen de cogestión, dando participación cualificada a
trabajadores y sindicatos en los órganos de control, es una excelente
oportunidad de contener o contrarrestar el peso de los inversores financieros.
La extensión de este modelo al conjunto de la Unión Europea y la profundización
del mismo pueden ser dos vías de actuación de gran interés.
9. Los responsables políticos europeos deben prestar una atención más
directa al gobierno corporativo de las grandes empresas, tanto desde una
perspectiva regulatoria como desde la perspectiva de la intervención pública
directa cuando sea oportuno o necesario.
10. Muy en particular, la extensión o generalización de las
participaciones públicas empresariales de carácter minoritario, junto al
sistema de cogestión, pueden constituirse a medio plazo –si se genera la
voluntad política necesaria para ello- en instrumentos claves para
contrarrestar los efectos negativos de la influencia de gestoras y fondos de
inversión.
11. En último término, hay una
actuación política que claramente pueden desarrollar los gobiernos europeos
frente al peso de los grandes fondos: imitar sus estrategias de participación
minoritaria y diversificada. Los países emergentes nos están demostrando la
importancia que estas participaciones públicas minoritarias en las grandes
empresas pueden tener para asegurar el alineamiento de las estrategias
corporativas con los intereses generales de la economía y la sociedad europeas.
Europa debe superar sus actuales prejuicios ideológicos al respecto y analizar
de forma objetiva el interés de que los gobiernos de los estados y la propia
Unión Europea comiencen a aplicar de forma sistemática políticas de participación
pública minoritaria en las grandes empresas del continente.
“EL FUTURO DE
EUROPA. Bases para un nuevo modelo”
Otros
documentos de EKAI Center
[1] De
los 10 primeros inversores institucionales en las compañías del índice MSCI
Europe al 31.12.2019, 7 eran gestoras de grandes fondos de inversión con sede
en EEUU. (NOVICK, B. et al. “Europe´s
listed companies: their governance, shareholders and votes cast”. BLACKROCK
2020).