1.
Un cambio
esencial en el tejido empresarial europeo durante el siglo XXI está siendo la
creciente concentración de la propiedad y el control de las grandes empresas en
manos de las grandes gestoras de fondos de inversión.
2.
A través de
participaciones minoritarias pero cualificadas (habitualmente entre un 5% y un
10% del capital) los fondos de inversión han adquirido una influencia discreta
pero notable en la gran mayoría de las grandes empresas europeas.
3.
Las grandes
gestoras de fondos son, casi en su totalidad, norteamericanas, con alguna
excepción francesa y alemana (PIMCO / AMUNDI):
LAS
10 PRIMERAS GESTORAS DE FONDOS DE INVERSIÓN |
FUENTE: |
4.
La
nacionalidad de estas gestoras de fondos es un dato interesante pero no es lo
más relevante, ni mucho menos. El peso multisectorial efectivo de estas
entidades sobre el conjunto de la economía europea es, sin duda, un dato de
gran impacto sobre el modelo de desarrollo europeo.
5.
Este impacto
afecta al conjunto de las grandes empresas europeas, incluyendo –y esto es de
la mayor relevancia- sectores estratégicos clave como el sector de comunicación
audiovisual o el sector bancario. Como referencia, “BlackRock es quizás el
mayor accionista de los grandes bancos europeos. De los mayores 15 bancos en
Europa, BlackRock es el mayor o el segundo mayor accionista en 12 de ellos”
(HAAR, 2020)
6.
Este salto
cualitativo en la propiedad y el control de las grandes empresas europeas tiene
enormes consecuencias para la evolución de la economía europea.
7.
Por un lado,
nos encontramos ante un gran salto adelante en el proceso de financiarización
de la actividad empresarial y ello supone un mayor cortoplacismo en los
objetivos y un mayor despegue con respecto al compromiso inversor de las
empresas.
8.
Por otro
lado, se trata de un proceso con una enorme repercusión política. Las grandes
gestoras de fondos van haciéndose progresivamente con el control de empresas y
activos financieros y reales en toda Europa y adquiriendo un peso creciente
sobre la estructura económica y sobre los gobiernos.
9.
Finalmente,
se trata de un fenómeno con una gran repercusión en las políticas sectoriales.
Los intereses económicos y políticos que se mueven alrededor de los distintos
procesos económicos se convierten ahora de forma sustancial en intereses
multisectoriales. Esto da una gran flexibilidad a estas plataformas financieras
y genera movimientos en la economía y en la política económica que serían
difíciles de entender sin tener en cuenta el papel de estas gestoras de fondos
de inversión. Los grandes intereses sectoriales
están siendo rápidamente sustituidos por intereses multisectoriales, que
facilitan movimientos de debilitamiento o destrucción de ciertos sectores
económicos compensados por expectativas de beneficios en otros sectores.
10. Esta dinámica tiene numerosos efectos negativos sobre la economía
europea pero también algunos efectos positivos, derivados precisamente de la
mayor facilidad de acometer reconversiones sectoriales. Es muy posible que
propuestas como las que en este momento se están planteando para la
reconversión radical del sector bancario sólo sean posibles precisamente porque
los que hasta ahora han sido intereses hegemónicos del sector bancario han sido
sustituidos por intereses de carácter multisectorial que no tienen que defender
necesariamente a vida o muerte los resultados de un sector específico.
11. Ello no obsta para que esta concentración de capital y poder en
manos de estas gestoras suponga un claro agravamiento del proceso de
financiarización de la economía europea y también, lógicamente del gran
problema que ha atenazado el modelo europeo durante las últimas décadas: el
sometimiento de los gobiernos y las estructuras políticas europeas a los
intereses corporativos de las grandes empresas.
12. Complementariamente, esta concentración de poder económico es un
importante factor de atenuación de la competencia entre empresas y sectores. La
competencia es el motor de la economía de mercado, sin la cual la búsqueda del
beneficio empresarial tiende a hacerse cada vez más improductiva y antisocial.
Este proceso sólo puede agravar la pérdida de dinamismo que la inversión
empresarial y la economía europeas en general arrastran desde hace décadas.
13. En teoría, estos movimientos en los grandes capitales europeos
están indicando también posibles vías de actuación para las políticas públicas
de nuestro continente. Intervenir en la configuración y la actividad de estas
gestoras de fondos se convierte ahora en una prioridad para las políticas de
desarrollo. Y también en una oportunidad para incidir eficientemente sobre las
empresas clave del tejido económico europeo. Sin embargo, la realidad de la
economía política europea no nos permite albergar expectativas al respecto. La
capacidad política real de nuestros gobiernos y de las instituciones europeas
para posicionarse correctamente frente a agentes con el poder económico, social
y político de los fondos de inversión, es ciertamente escasa.
“EL FUTURO DE EUROPA.
Bases para un nuevo modelo”
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