Participación en la Empresa POSICIÓN DE LOS AGENTES POLÍTICOS

Participación en la Empresa


POSICIÓN DE LOS AGENTES POLÍTICOS


1.     Es evidente que los agentes políticos son, en último término, decisivos a la hora de impulsar y aprobar normativas de impulso de la participación cualificada de los trabajadores en los órganos sociales y en los beneficios de la empresa. Esas normas deben finalmente ser aprobadas por el Parlamento o por el Gobierno y ello requiere que, en uno u otro momento, los agentes políticos clave apuesten por la adopción de esta decisión.

2.     No obstante, no es fácil que los agentes políticos apuesten por dar este tipo de pasos si se enfrentan a la disconformidad radical de las organizaciones sindicales o de la patronal. Especialmente teniendo en cuenta que el impacto positivo esperado de estos procesos es siempre de largo plazo, no es fácil encontrarse ante una situación en la que un cambio normativo en la participación de los trabajadores se vaya a considerar como una medida urgente y que esta urgencia recomiende superar posibles posiciones contrarias a la misma.

3.     En cualquier caso, la buena imagen social de las propuestas de participación de los trabajadores en la empresa debería ser un importante incentivo para la activación de los grupos políticos en esta dirección. Ello y también, por supuesto, la conciencia de que estos sistemas participativos mejoran significativamente la situación de los trabajadores o la eficiencia empresarial.

4.     En un territorio como el nuestro, en el que no existe un significativo caldo de cultivo con respecto al impulso de la participación empresarial, los agentes políticos interesados deben plantearse los posibles avances con una perspectiva de largo plazo. Ello supone que, antes de impulsar directamente los cambios normativos correspondientes, parece conveniente desarrollar estrategias de posicionamiento social e institucional que hagan el proceso lo más fácil posible.

5.     En principio, estas estrategias deben plantearse dos horizontes básicos:

A.    La influencia sobre las organizaciones empresariales y sobre otros agentes sociales y económicos

B.     La preparación del esfuerzo o del posible coste político que suponga en su momento el salto definitivo entre el cambio normativo a impulsar por un lado y, por el otro, las previsibles diferencias de opinión que con respecto a dicho cambio planteen las organizaciones empresariales.

Por supuesto, cuanto mayor sea el avance conseguido en el posicionamiento de los agentes sociales en el primero de estos ámbitos, menor será el esfuerzo político a realizar en la segunda fase de impulso del cambio legislativo.

6.     Como en cualquier estrategia de relaciones institucionales, los grupos políticos deben analizar las posiciones actuales de los sindicatos y, sobre todo, de las organizaciones empresariales. A partir de dichas posiciones actuales, deben establecerse objetivos de corto y de largo plazo para influir en la evolución de la opinión de estas organizaciones. El punto al que, en cada momento, haya llegado esta opinión empresarial y la fortaleza y autonomía política del grupo político o gobierno correspondiente serán los elementos clave que nos definirán:

A)    En qué momento abordar los procesos normativos o legislativos

B)    El alcance y la ambición de los mismos con respecto a la posición de partida.

7.     Todo ello, por supuesto, teniendo en cuenta los medios que en cada momento se disponen para desarrollar estas estrategias. No es lo mismo un grupo político de oposición con recursos limitados que otro que cuenta con una presencia significativa en uno u otro gobierno y que, por lo tanto, va a contar con importantes recursos personales y financieros para desarrollar estas estrategias.

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