1.
Es evidente
que las organizaciones sindicales son uno de los agentes fundamentales para
hacer avanzar los sistemas de participación de los trabajadores en la empresa.
2.
La posición
sindical es, de esta forma, uno de los elementos claves. Pero no se trata
solamente de que desde los sindicatos se actúe de forma más o menos proactiva
al respecto, sino también de clarificar el punto de partida conceptual que
adoptan frente a la idea de participación en sí misma.
3.
La propia
esencia de los sindicatos se basa en la existencia del conflicto entre capital
y trabajo en el seno de la empresa capitalista. Las organizaciones sindicales
nacen y se desarrollan como un instrumento fundamental para la defensa de los
intereses de los trabajadores asalariados en el marco de este conflicto. De
esta forma, los intereses de los trabajadores y la perspectiva de la propia organización
sindical son también, lógicamente, los referentes fundamentales de los
sindicatos a la hora de posicionarse frente al fenómeno participativo.
4.
Adoptamos
como punto de partida que la participación de los trabajadores supone algún
tipo de cesión de poder por parte del empresario. En este sentido, en cuanto
implica una menor capacidad de decisión del empresario y una mayor capacidad de
decisión de los trabajadores, parece que los procesos de participación deberían
ser medidas favorables a los trabajadores y –aparentemente- contrarias a los
intereses del empresario.
5.
Sin embargo,
la valoración del fenómeno participativo por parte de las centrales sindicales
no siempre es precisamente ésa. Los sindicatos suelen apreciar aspectos
positivos y negativos en los sistemas de participación que no siempre se
recogen en la difusión mediática y académica de los mismos, pero que no por
ello dejan de tener interés.
6.
En primer
lugar, podemos citar las dudas sobre el impacto económico final o a largo plazo
de las medidas de participación de los trabajadores en beneficios. Los
sindicatos y algunos expertos han reflexionado sobre este tema y han planteado
dudas razonables que deben tenerse en cuenta.
7.
Por otro
lado, los sindicatos suelen estar también razonablemente preocupados por el
impacto psicológico de los procesos participativos en los trabajadores. Es
habitual que se aluda a las ventajas de la participación indicando que fomenta
“la implicación” de los trabajadores en la empresa. Esta “implicación” puede
referirse a una forma más eficiente de desarrollar la actividad profesional pero
también, con frecuencia, a una menor voluntad reivindicativa frente a la
empresa en salarios y condiciones laborales.
8.
Una
preocupación habitual de los sindicatos es que lo que los trabajadores ganan
con una mayor participación lo terminen perdiendo con una menor capacidad de
movilización. O que, de hecho, el impacto psicológico de la participación sea
desproporcionado con respecto a lo que esta participación realmente supone.
9.
En último término, es esencial tener en cuenta
todos estos factores de precaución por parte de las organizaciones sindicales y
analizarlos a fondo en relación con cualquier propuesta de avance de los
sistemas de participación. Si se quiere que estos proyectos tengan éxito,
convencer de su interés a los sindicatos es esencial y ello debe hacerse con
argumentos serios y objetivos. Esto supone ir sensiblemente más allá de las
continuas apelaciones genéricas a las bondades de la participación. El debate
tiene que ser más serio y más preciso.