¿LA TRANSICIÓN ECOLÓGICA ES PROGRESISTA O REACCIONARIA?

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¿LA TRANSICIÓN ECOLÓGICA ES PROGRESISTA O REACCIONARIA?

AUDIO:   https://youtu.be/GJQdA7a7DVA

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1.     La definición de una idea o de un proyecto como “progresista” se basa en que este proyecto suponga una mejora de nuestra sociedad. Esta es la razón que llevaba a los ciudadanos y a las organizaciones representantes de los mismos a considerar como de carácter progresista las medidas propuestas o adoptadas para controlar o reducir el impacto medioambiental negativo de las actividades productivas.

2.     Se trata de un esquema basado en el punto de partida de que los intereses particulares de las grandes empresas y corporaciones buscaban maximizar sus beneficios sin importarles el impacto medioambiental que sus actividades empresariales generaban. De ahí que, a medida que el nivel de vida superaba las necesidades básicas mínimas para un sector creciente de la población, los ciudadanos se colocaran cada vez más en la posición “progresista” de defensa del medio ambiente frente a los intereses de las corporaciones.

3.     Sin embargo, la situación ha cambiado radicalmente durante los últimos años. Especialmente en el contexto de la denominada Agenda 2030, la denominada “transición ecológica” y el Gran Reinicio propuesto por las grandes corporaciones.

4.     El problema es que los objetivos de las grandes corporaciones son ahora radicalmente distintos. La apuesta por el desarrollo económico y productivo global es cada vez menor. La financiarización de la actividad económica, la dificultad de rentabilizar las inversiones productivas, el contexto geopolítico, han llevado a la oligarquía financiera occidental a una apuesta creciente por los modelos neomalthusianos ya anunciados en los años 70 por el Club de Roma, el informe Kissinger y el informe Rockefeller. Estos modelos apuntan a una apuesta de las grandes corporaciones por asegurar el control político de Occidente en un contexto de decrecimiento económico y a una búsqueda de la rentabilidad a través de la transferencia de fondos públicos hacia sectores de actividad específicos, como el de las energías renovables.

5.     De esta forma, la apuesta por la “transición ecológica” hace tiempo que ha dejado de ser una apuesta de contención de los intereses de las grandes empresas para pasar a ser todo lo contrario. Esto es, una apuesta a favor de los objetivos prioritarios de las grandes corporaciones.

6.     Desde el punto de vista de los intereses generales de los ciudadanos, la defensa del medio ambiente es un objetivo claramente progresista, pero el hundimiento de la economía no lo es en absoluto. Al contrario, una apuesta por el hundimiento de la economía al servicio de los intereses de las grandes corporaciones es una apuesta netamente reaccionaria.

7.     Esto es exactamente lo que está planteándose con la denominada transición ecológica. Se trata de la primera vez en la historia de la humanidad en la que intentamos resolver una crisis estructural histórica como la que atraviesa Occidente a través de un cambio de las fuentes de energía, no hacia fuentes más eficientes sino hacia fuentes menos eficientes, como son las energías renovables.

8.     El avance social y económico de la humanidad se ha producido históricamente a través de sucesivas transiciones energéticas, que permitieron enormes saltos en nuestra capacidad de desarrollo, como lo fueron la primera revolución industrial, apoyada en la utilización del carbón y de la energía del vapor de agua, o la segunda revolución industrial, apoyada en la utilización del gas, del petróleo y la difusión de la energía eléctrica. Exactamente lo contrario de lo que nuestras élites pretenden ahora, una transición a fuentes energéticas claramente menos eficientes y, en consecuencia, una transición hacia el hundimiento económico y social.

9.     Esta “transición ecológica” no es, por lo tanto, un objetivo de interés de los ciudadanos europeos ni es un objetivo progresista. Todo lo contrario. Es un objetivo aterrador de las grandes corporaciones al que algunos progresistas se someten, como se someten a todas y cada una de las campañas corporativas que los medios de comunicación presentan como modernas y progresistas.

10. Impulsar las energías renovables como una fuente energética complementaria parece correcto y prudente. Es lo que están haciendo, de forma proporcionada, los países emergentes. Pretender que estas fuentes sustituyan al carbón, al petróleo, al gas y a la energía de fisión nuclear, ni siquiera intentarlo, es un suicidio social y económico. Es probablemente el suicidio económico que busca la élite corporativa a través del proyecto Gran Reinicio. Un suicidio económico para el conjunto de Occidente compatible con beneficios extraordinarios para las grandes corporaciones que invierten masivamente en sectores como energías renovables o industria farmacéutica, cuyos beneficios están asegurados a través de la transferencia continuada de ingentes recursos públicos.

11. El problema de nuestros “progresistas” es que parten del concepto de que es la televisión la que define lo que es o no progresista. Y esto les sitúa directamente al servicio de la oligarquía corporativa, que es la que controla de forma cada vez más directa los medios de comunicación.

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