Participación en la Empresa
SUPERAR LA DEMAGOGIA
AUDIO: https://youtu.be/acCHXnHHT1Q
TEXTO (PDF): https://yadi.sk/i/dfggBNSpuWPAbQ
1.
Sobre la
participación en la empresa se habla mucho. Es posible que se hable demasiado
o, mejor dicho, que la desproporción entre discurso y realidad sea excesiva.
2.
Partiendo de
la trascendencia que el conflicto capital-trabajo tiene en la sociedad
contemporánea, es natural que surjan y se difundan iniciativas de todo tipo
destinadas a atenuar, resolver o canalizar distintos aspectos de ese conflicto.
3.
Sin embargo,
el esfuerzo dedicado recientemente al impulso aparente de la participación en
la empresa ha sido claramente desproporcionado. Un esfuerzo que, de alguna
forma, puede asimilarse al conjunto de los realizados en el marco de las
doctrinas de responsabilidad social de la empresa. Todos estos esfuerzos han
resultado baldíos en la medida en que se han limitado a apelar a la voluntaria
adaptación de la empresa a intereses distintos del beneficio y poder de los
propietarios.
4.
Exactamente igual,
en el ámbito de la participación de los trabajadores en la empresa, las
interminables apelaciones a la bondad de la misma y a lo interesante de la
implicación de los empresarios en estos procesos no han tenido prácticamente
ningún resultado positivo.
5.
Finalmente,
tras años de análisis y difusión de las ventajas de la participación, lo más
que conseguimos son declaraciones abiertas de instituciones privadas y públicas
a favor de la participación de los trabajadores en le empresa. Declaraciones
que, como punto de partida, no sirven para nada. Pero el problema no es sólo la
inutilidad de este tipo de declaraciones sino la confusión que introducen en el
debate, tanto en los agentes sociales como entre los ciudadanos en general.
6.
Los
ciudadanos acaban pensando que se están haciendo importantes esfuerzos para
impulsar la participación de los trabajadores cuando esto no es realmente
cierto. Y todo ello obstaculiza la búsqueda de alternativas de impulso real de
la participación en la empresa.
7.
Fuera del ámbito
de las cooperativas de trabajo y sociedades laborales, nuestras empresas son
muy poco o nada participativas. Y si realmente queremos que empiecen a serlo
hay que hacer algo muy distinto de las meras apelaciones a la bondad de la
participación. La experiencia nos dice una y otra vez que las empresas no se
mueven un milímetro en esta dirección por sí mismas y que sólo la implicación
del Estado puede tener efectos prácticos significativos en el impulso de los
procesos participativos.
8.
Una implicación
que puede funcionar por vía imperativa o bien a través de incentivos lo
suficientemente importantes como para modificar las decisiones empresariales. Ambas
vías han demostrado su efectividad. A modo de ejemplos cercanos, podemos citar
el caso de la cogestión alemana como un modelo de éxito impuesto a las empresas
por vía imperativa. O el caso francés como un supuesto de éxito de los modelos
de incentivo fiscal. Lo que nunca ha tenido éxito es la mera repetición de lo
excelente que es la participación de los trabajadores y de la buena disposición
política del gobierno a favor de la misma.