El Futuro del Modelo de Desarrollo Europeo

SOBRE LA SEMANA LABORAL DE 4 DÍAS
AUDIO: https://youtu.be/p5uPgTzKiIY
TEXTO (PDF): https://yadi.sk/i/X8d6b3GHjY8eWQ
1.
El debate ha
surgido en entornos cercanos al gobierno español, aunque por el momento sin una
contundencia significativa. Se trataría de plantear una reducción de la semana
laboral a 32 horas o 4 días, lo que podría convertirse en una medida
significativa para hacer frente al brutal incremento del desempleo previsto
durante estos meses como consecuencia de las políticas aplicadas para hacer
frente a la epidemia COVID-19.
2.
Esta cuestión
puede abordarse y valorarse desde distintos puntos de vista. Por un lado, es
evidente que la medida incide directamente, a corto plazo, en una contención o
reducción de las cifras de desempleo. Este hecho es, en sí mismo, de una
extraordinaria importancia en el momento actual.
3.
Es cierto que
podemos especular sobre la posibilidad de que, superada la crisis actual y
recuperado el empleo, trabajar menos horas reduzca nuestra capacidad de
crecimiento. Pero también es cierto que no tiene sentido que la evolución al
alza de la productividad (capacidad de producción por hora trabajada) se
destine exclusivamente a producir más. Debe destinarse en parte a producir más
y en parte a trabajar menos. La cuestión a decidir no es el concepto, que debería
ser claro para todos, sino su concreción:
A.
Cuánto debe reducirse el tiempo de
trabajo
B.
Cuándo deben adoptarse las
decisiones de reducción del tiempo de trabajo
C.
Cómo se hace efectivo el proceso.
4.
La valoración
sobre si estamos trabajando muchas o pocas horas requiere necesariamente de un
análisis sociológico e histórico. Y es aquí donde es esencial recordar lo que
EKAI Center ha puesto sobre la mesa una y otra vez. La realidad de que, durante
las últimas décadas, en las que aparentemente nos situamos alrededor de las 40
horas en 5 días de trabajo semanal, la gestión del tiempo de trabajo avanzaba
en realidad por vías exactamente contrarias a lo que todos pensábamos.
5.
En nuestra
ilusión optimista sobre la sociedad en la que vivíamos, pensábamos que el
tiempo de trabajo se iría reduciendo progresivamente como consecuencia del
avance tecnológico y productivo. En realidad, sucedía todo lo contrario. Como
consecuencia, no de la incorporación de la mujer al mercado de trabajo, sino de
cómo se produjo esa incorporación, todos empezamos a trabajar sustancialmente más.
6.
Lamentablemente,
el objetivo de la integración laboral de la mujer no fue la emancipación
femenina sino la disposición masiva de mano de obra barata, un objetivo
permanente de las élites empresariales. Como consecuencia de ello, esta
integración no se materializó a través del reparto del trabajo existente entre
hombres y mujeres –como hubiera sido lógico- sino a través de aumentar la carga
de trabajo en 40 horas semanales por unidad familiar. Como consecuencia de
ello, cientos de millones de mujeres han sido explotadas masivamente en semanas
de trabajo de 80, 90 y 100 horas sin que nadie moviera un dedo a favor de
ellas. Y, como consecuencia directa y lógica, se ha producido el hundimiento
demográfico de Europa a tasas insostenibles.
7.
Esta
sobreacumulación de trabajo debe corregirse cuanto antes y un estallido de las
cifras de desempleo puede ser un contexto adecuado para ello.
8.
Algunos
medios han apuntado a que la reducción del tiempo de trabajo debe
materializarse a través del libre acuerdo entre empresarios y trabajadores y
nunca de forma obligatoria. Esto refleja una interpretación idealista de la
realidad y olvida los datos históricos que nos muestran que los grandes avances
en la contención y reducción del tiempo de trabajo han sido el producto de
largos conflictos capital-trabajo y, finalmente, de las correspondientes decisiones
políticas y legislativas, como las que llevaron a la limitación de la jornada a
un máximo de 12 horas en su momento, a 8 horas más adelante o a las 40 horas
semanales.
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DEL MODELO DE DESARROLLO EUROPEO
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