El Futuro del Modelo de Desarrollo Europeo LAS NUEVAS POLÍTICAS CONTRA EL DESARROLLO

El Futuro del Modelo de Desarrollo Europeo

LAS NUEVAS POLÍTICAS CONTRA EL DESARROLLO


1.     De forma progresiva, durante las últimas décadas hemos podido constatar cómo, por sorprendente que pueda parecer, se han ido extendiendo en la élite europea distintas corrientes de opinión que confluyen en una característica común: haberse convertido de hecho en políticas anti-desarrollo.

2.      Por un lado, es digna de tenerse en cuenta la aparente indiferencia con la que Europa en su conjunto asiste al estancamiento de la inversión productiva y del avance tecnológico. Los datos estadísticos nos revelan un claro estancamiento y un constante incumplimiento de los objetivos establecidos al respecto, sin que ello genere apenas reacciones significativas. Ni siquiera en entornos como el del País Vasco donde, de forma increíble, se ha producido no ya un estancamiento sino una significativa reducción de la inversión tecnológica.

3.     Por otro lado, la natural sensibilidad con el impacto medioambiental ha degenerado progresivamente en una sucesión de medidas de entorpecimiento y freno de la actividad económica.

4.     La aparente obsesión por una economía “verde” parece estar llevando a una auténtica deformación de los objetivos medioambientales para transformarlos en medidas claramente restrictivas del desarrollo económico.

5.     La política energética, que de forma razonable comenzó a impulsar las energías renovables como fuente de energía complementaria, ha terminado estableciendo objetivos cada vez más absurdos de sustitución de las actuales fuentes de energía por otras fuentes menos eficientes y, por lo tanto, con menor capacidad de soportar el desarrollo económico.

6.   Ante las oportunidades y los riesgos que conlleva el proceso de robotización avanzado en Asia y retrasado en Europa, reaccionamos con propuestas de “impuestos a los robots”, castigando una vez más,  en lugar de impulsarlo, el avance tecnológico y la adecuada distribución del valor añadido generado por el mismo. 

7.     La cuestión clave es que todo esto no se produce en un contexto de crecimiento desbordante, que podamos permitirnos reducir artificialmente, a cambio de supuestos avances sociales o medioambientales. La economía europea renquea desde los años 80 y avanza de forma cada vez más aletargada a golpe de endeudamiento y de expansión monetaria.

8.      Finalmente, la indiferencia frente a un elemento clave del desarrollo a largo plazo como es el hundimiento demográfico, nos deja a todos perplejos sobre cuáles son realmente los objetivos de las políticas de desarrollo europeas.

9.     Aún no hemos resuelto los problemas estructurales evidenciados por la crisis financiera de 2008 cuando nuestras economías se hunden por las políticas adoptadas para hacer frente a la epidemia COVID-19.  Pero nuestras élites corporativas (y políticas) reaccionan de una forma extrañamente obsesiva reforzando las restricciones a la inversión y al avance tecnológico, a través de un redoblar de los esfuerzos supuestamente “verdes” y “sostenibles”, que sabemos que, interpretados como se está haciendo, son letales para la economía y el empleo.

10. Tradicionalmente, las élites económicas pugnaban por el impulso del desarrollo y el crecimiento económico y eran el movimiento obrero y los movimientos sociales los que con frecuencia frenaban o compensaban los efectos negativos de las políticas de crecimiento impulsadas por las grandes corporaciones. Por alguna razón, hace tiempo que la realidad europea ya no responde a este esquema. Las élites económicas ya no parecen confiar en el desarrollo económico como fuente de sus beneficios y de su poder. De una forma u otra, parece que estén apostando de forma cada vez más rotunda por la “destrucción creativa”.

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