El Futuro de la Socialdemocracia. Fraude Electoral en EEUU. ¿EL FIN DEL SISTEMA DEMOCRÁTICO?

El Futuro de la Socialdemocracia

Fraude Electoral en EEUU
¿EL FIN DEL SISTEMA DEMOCRÁTICO?


1.     A medida que las evidencias del fraude electoral se agolpan y la dimensión del mismo resulta cada vez mayor, nos vamos dando cuenta de que la repercusión de esta locura va mucho más allá de la decisión sobre quién va a ser el nuevo Presidente de EEUU. Es el propio sistema democrático el que corre un enorme riesgo.

2.     Por supuesto, cuando el establishment ha lanzado a los demócratas a esta locura ha sido consciente de lo que ello implicaba. Un establishment que se siente acosado, tanto a nivel mundial por el despegue de China y Rusia como a nivel occidental por el avance del trumpismo y el nacionalismo.

3.     La vertiente británica del establishment –una de las más activas- ya advirtió que un segundo mandato de Trump sería el “desastre definitivo”. Todo parece indicar que la estrategia ha sido: si Trump va a ser el siguiente Presidente, es necesario transmitir que “roba” la Presidencia y, si es necesario, provocar una guerra civil o un golpe militar. Es lo que parece indicar el descaro con el que se ha producido el fraude.

4.     Termine de una u otra forma este proceso, el sistema democrático va a quedar herido de muerte en Estados Unidos. La confusión creada y la encrucijada histórica en la que EEUU se encuentra van a provocar que, probablemente, ninguna de las dos partes acepte perder. La desestabilización que esto va a producir y la desconfianza creada en las elecciones como método de resolución de las diferencias va a hacer muy difícil la supervivencia de la democracia en Estados Unidos.

5.     La sorpresa es relativa. El establishment occidental ha utilizado siempre la democracia de forma oportunista. Cuando le ha interesado, ha derribado gobiernos democráticos e instalado dictadores en todo el mundo para mantener su influencia. O ha organizado campañas continuadas de acoso y terror para evitar que llegue al poder quien no interesa en los propios estados occidentales (como sucedió, por ejemplo, con el Partido Comunista en Italia en los años 80).

6.     Desde la caída de la Unión Soviética, la élite occidental ha disfrutado de 20 años de casi plena hegemonía en el planeta. Una hegemonía paralela a una creciente decadencia interna de Europa y Estados Unidos, tanto económica como social y política, unida a un resurgir de los países emergentes (Rusia y China) durante los últimos años.

7.     Todo fue cambiando progresivamente con el cambio de siglo. La visión optimista que todos teníamos de un futuro de Occidente de desarrollo económico y social y de una democracia cada vez más avanzada se fue erosionando progresivamente. Desde el cambio de siglo, a la cada vez más evidente decadencia económica se unió un lento pero progresivo recorte de libertades, fundamentalmente en los países anglosajones, probablemente provocado por la creciente preocupación del establishment occidental ante la doble crisis económica interna y de pérdida de hegemonía mundial a favor de Rusia y China fundamentalmente.

8.     Si algo parece claro es que la oligarquía corporativa que ha venido controlando Europa y Estados Unidos sabe que se enfrenta a un proceso de cambio radical inevitable como consecuencia del hundimiento del modelo económico neoliberal. Y que tiene como objetivo fundamental mantener el control de este proceso.

9.     La izquierda occidental no es –en este momento- un obstáculo para ello. La izquierda está, de hecho, desaparecida desde el fin de la Guerra Fría. Los grupos políticos que se siguen llamando “de izquierda” han sido progresivamente absorbidos por el neoliberalismo y por las élites corporativas. Con algunas excepciones, por supuesto.

10.  Sin embargo, todo parece indicar que la élite corporativa, junto al peligro externo de China y Rusia, sí está considerando como una verdadera amenaza el populismo nacionalista. En particular, el movimiento que, de una u otra forma, parece estar representado en EEUU por Trump.

11.  En última instancia, la élite corporativa parece estar aterrorizada ante la perspectiva de una alianza estratégica entre EEUU, China y Rusia en caso de que Trump consiguiera un segundo mandato. Una alianza que conllevaría la sustitución de la hegemonía unipolar norteamericana por un mundo multipolar y la destrucción de la oligarquía financiera que ha venido controlando Occidente.

12. Ante esta hipótesis, el binomio City/Wall Street ha decidido romper la baraja y dar un golpe de estado en EEUU destinado a evitar a toda costa ese segundo mandato de Trump. (Por razones similares a las operaciones de acoso y derribo de Corbyn en el Reino Unido).

13.  La democracia está, por lo tanto, en peligro. La élite corporativa está ahora dispuesta a todo para mantener el control y lo que para ellos son meras “formas” democráticas no van a ser ya un límite a respetar. El problema es que todos los demás -los trabajadores y los ciudadanos de Europa y de Estados Unidos- tenemos mucho más en juego. La socialdemocracia es perfectamente consciente de esta realidad. El avance democrático es fundamental para la defensa de los intereses de los asalariados y de todos los ciudadanos. Y los retrocesos democráticos son una amenaza de primer orden para todos.

14.  Desde la perspectiva de la socialdemocracia, sólo hay una alternativa posible:

A)    Apoyar e impulsar las políticas anti-corrupción contra los continuos abusos de la élite financiera

B)     Inspeccionar, detectar y cortar cuanto antes los condicionantes y vínculos de distinto tipo establecidos entre la oligarquía financiera y las direcciones de partidos y sindicatos socialdemócratas, como requisito necesario para  devolver a los mismos su capacidad de representar y defender los intereses de asalariados y ciudadanos en general.

C)     Avanzar en la democratización de nuestros países a través de medidas urgentes y radicales en contra del poder corporativo en medios de comunicación, redes sociales y financiación de partidos políticos y ONGs.

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