1.
Parece
evidente que la crisis COVID-19 está afectando gravemente a la economía
europea. La cuestión que ahora nos planteamos es hasta qué punto se trata de un
impacto meramente coyuntural o de un impacto estructural.
2.
El impacto
coyuntural es evidente y, sintetizando, se manifiesta, por un lado, en la caída
del PIB y del empleo en el conjunto de Europa y, por otro lado, en un sensible
incremento del endeudamiento. Lógicamente, los datos finales de la evolución de
estas tres variables han venido oscilando significativamente en función, por
ejemplo, de la evolución de los períodos de confinamiento o del impacto
estacional de actividades como el turismo. Por lo tanto, habrá que esperar al
fin del ejercicio para disponer de una cuantificación precisa de la evolución
de estas variables.
3.
Sin embargo,
esta crisis, en principio coyuntural, llega en un momento crítico para la
evolución del modelo de desarrollo en Europa. El modelo neoliberal, cuyo
estallido se inició con la crisis financiera de 2008, ha dado muestras
constantes de agotamiento durante la siguiente década, sin que Europa haya sido
todavía capaz de definir alternativas distintas de la continuación en las políticas
de expansión de deuda. Unas políticas que son en buena parte las responsables
de la propia crisis del sistema.
4.
La crisis de
2008 ha demostrado que el modelo neoliberal europeo, a pesar de su creciente
fracaso socioeconómico, sigue siendo políticamente sólido. Las contradicciones
afloradas en la crisis financiera no generaron cambios significativos en el
modelo de desarrollo europeo. Y todo parece indicar que ello se explica
fundamentalmente en base a la ausencia de alternativas políticas sólidas. La
pluralidad política en Europa fue desapareciendo progresivamente a partir del
cambio geopolítico generado por la caída de la Unión Soviética. Y, en el
momento actual, la oligarquía financiera que controla Europa controla también
la práctica totalidad de las fuerzas políticas de izquierda, derecha y centro.
5.
Este control
político es el que ha permitido al sistema neoliberal mantenerse prácticamente
intacto tras la crisis financiera de 2008. La cuestión es si va o no a suceder
lo mismo a raíz de la crisis COVID-19.
6.
En principio,
esta crisis puede ser una excelente oportunidad política para disfrazar el
estallido del sistema y atribuir la responsabilidad de este estallido no a los
problemas estructurales del sistema sino al impacto de la pandemia.
7.
Sin embargo, el
control político que la élite financiera tiene sobre Europa no es ahora tan
seguro como en 2008. Por un lado, los populismos de izquierda y derecha han
planteado ya alternativas incipientes pero sólidas en países como Francia,
Italia o el Reino Unido. Y, sobre todo, el contexto geopolítico ha oscilado
sensiblemente, con un incremento sustancial del peso de los países emergentes
(Rusia y China fundamentalmente).
8.
En este contexto, Europa parece haber apostado
por más de lo mismo. Más expansión monetaria, más deuda y más ayudas al sector
bancario. Muy posiblemente porque, a corto o medio plazo, los dirigentes
europeos no parecen encontrar otra salida. Para ello serían necesarios cambios
políticos estructurales. Y esto es ciertamente difícil mientras se mantengan en
el poder los mismos líderes que han conducido Europa al actual caos socioeconómico.