1. Por su cuota de mercado, Kutxabank es la base del sector bancario
vasco. Esta realidad ha dado una importancia extraordinaria a la titularidad y
estrategias de esta entidad. Sin embargo, es posible que esto deje de ser así,
como consecuencia de los cambios radicales que parecen avecinarse en el sistema
financiero mundial.
2. Hay fuerzas tecnológicas, económicas y políticas moviéndose en
distintas direcciones hacia lo que ya todo el mundo está denominando como el previsto
“reseteo” o “reinicio” del sistema financiero mundial. Un componente
fundamental de este reinicio es el nuevo sistema de gestión de los actuales depósitos
bancarios. Al amparo del peso creciente de las criptomonedas y su previsto
soporte en valores reales, el sistema bancario va a tener grandes dificultades
para mantener los depósitos “prisioneros” en entidades que los ponen en riesgo,
como ahora sucede.
3. Esto significa la separación de las actividades de depósito y crédito
que EKAI Center ha venido proponiendo desde una perspectiva teórica. Esta
separación rompería una de las bases fundamentales del control oligárquico del
sistema financiero y supondría:
A.
Mantenimiento y gestión plenamente
asegurada de los depósitos bancarios, bajo titularidad privada o pública. Estos
depósitos nunca se pondrían en riesgo.
B.
Separación de las actividades de
gestión de depósitos y de gestión del crédito. Los depósitos dejan de ser “fuente”
del crédito y son sustituidos por inversiones privadas o públicas.
4. De esta forma, la gestión de los depósitos se convierte en una
actividad meramente administrativa y deja de ser la fuente del control de la
economía y la sociedad como ha sido hasta ahora. El poder ya no va a depender
de quién controle los depósitos sino de quién controle el crédito.
5. En nuestro caso, esto significaría que la importancia estratégica
de Kutxabank como base fundamental de los depósitos bancarios en el País Vasco
se diluiría. El centro del poder político pasaría a la gestión del crédito y
ello estaría en manos de los perceptores del crédito y de los inversores de
riesgo. Si no se produjeran otro tipo de cambios estructurales como los que se
prevén, estos procesos aumentarían también radicalmente el poder y la
influencia de los bancos centrales en cuanto aportantes de crédito público.
6. Los avances en las tecnologías financieras y en las criptomonedas
ya han hecho posible tecnológicamente este cambio. No obstante, entre el
momento en el que se consigue la viabilidad tecnológica y la implantación
efectiva de un cambio estructural pueden pasar generaciones. No se trata sólo
de un cambio de hábitos en el sector bancario sino de decisiones políticas de
un relieve extraordinario de las que depende la activación de este proceso.
7. Por todo ello, no sería prudente situarse excesivamente pronto
ante un escenario radicalmente distinto al actual antes de tiempo. Kutxabank –y
la banca de depósitos en general- sigue siendo el epicentro del poder
financiero, económico y político de Occidente. Mientras esto sea así, las
estrategias definidas al respecto –especialmente las de corto y medio plazo- no
deberían modificarse sin necesidad.