1. En los debates sobre el papel de la banca pública, resulta
esencial la diferenciación sobre la función a desempeñar por los bancos públicos
de depósitos de la de los bancos públicos de promoción. Ambos tipos de
entidades desempeñan un papel fundamental, pero su importancia respectiva puede
cambiar sustancialmente como consecuencia de los cambios radicales que se prevén
en el sistema financiero.
2. Estos cambios van a estar derivados, muy probablemente, de la
prevista expansión del dinero digital, las criptomonedas con base real y, quizás,
lo que se ha denominado el sistema bancario “cuántico”. El previsible avance de
estos sistemas de gestión del dinero van a poner en cuestión el modelo actual
de banca de depósitos y, muy probablemente, a diluir o a hacer desaparecer el
papel de los actuales bancos sustentados en una red de oficinas destinadas
fundamentalmente a la captación de depósitos bancarios.
3. En el modelo bancario actual, que el sector público tenga o no una
presencia significativa en el sector de la banca de depósitos resulta esencial
para la propia definición del modelo económico. Ello se basa en que el control
de los depósitos significa el control del crédito y, de forma indirecta, un
significativo control de la economía y de la sociedad.
4. Hasta ahora, la decisión estratégica de cada país de participar o
no en el sector de banca de depósitos y de disponer o no en el mismo de una
cuota de mercado significativa o mayoritaria, resultaba una cuestión esencial
para la propia definición del modelo económico y social del país.
5. Sin embargo, todo parece indicar que esto va a cambiar rápidamente.
El control de los depósitos va a ir perdiendo rápidamente la importancia que ha
tenido hasta ahora. Todo parece indicar que la gestión de los depósitos se va a
diferenciar radicalmente, como una actividad netamente distinta del crédito
bancario, y se va a convertir en una actividad claramente más administrativa, básicamente
gestionada de forma virtual.
6. Esto significa que, cara al futuro, la importancia estratégica del
papel público en la actividad bancaria no va a estar ya ubicada en el ámbito de
los depósitos sino en el ámbito del crédito. Y éste es el espacio que ocupan
los bancos públicos de promoción.
7. Esto significa que, si este cambio revolucionario que se atisba en
la banca de depósitos se confirma, el conjunto de la banca de inversión y los
bancos públicos de promoción en particular, van a tener un papel sensiblemente
más importante y también que van a necesitar dotaciones de recursos muy
superiores a las actuales. Recursos que deberán proceder en cierta medida de la
inversión privada pero, fundamentalmente, de los presupuestos públicos o de los
bancos centrales.
8. A corto plazo, las conclusiones de esta reflexión son claras: los
gobiernos que todavía no dispongan de un banco público de promoción deben
plantearse cuanto antes su puesta en marcha. Y los que dispongan de este
instrumento deben someterlos a una revisión estratégica expansiva que los
prepare cuanto antes para responder adecuadamente al nuevo contexto.