El Futuro de la Socialdemocracia BIELORRUSIA Y EL ESTADO LIBRE DE GOTHA

El Futuro de la Socialdemocracia

BIELORRUSIA Y EL ESTADO LIBRE DE GOTHA


1.      Recordemos que el concepto de “Estado Libre” incluido en el “Programa de Gotha” de 1875 es probablemente el concepto básico fundamental de la socialdemocracia, lo que la distingue de otros movimientos de defensa de los trabajadores.

2.      El concepto de “Estado Libre” se basa precisamente en la consideración por parte de la socialdemocracia de la viabilidad y necesidad de liberar al Estado de su sometimiento al sistema económico y, en concreto, a las grandes corporaciones. Algo que Marx consideró inviable. En el ámbito socialdemócrata, es impensable diferenciar el concepto de democracia del concepto de “Estado Libre”.

3.      De ahí que, a la hora de valorar lo que está sucediendo en Bielorrusia desde la perspectiva del análisis socialdemócrata, el concepto de “Estado Libre” sea una referencia indispensable. Porque, evidentemente, lo bueno y lo malo en cualquier sistema socioeconómico y político es siempre hasta cierto punto relativo. En este sentido, podemos analizar si el sistema de Bielorrusia es más o menos democrático que los de Europa Occidental.

4.      Esto nos llevaría a considerar a Bielorrusia como un verdadero referente para la socialdemocracia en cuanto a un sistema que realmente ha constituido un “Estado Libre”, en cuanto libre del dominio político de las grandes corporaciones.

5.      Por supuesto, el Programa de Gotha de la socialdemocracia alemana no se planteaba el posicionamiento de la socialdemocracia ante Estados que hubieran roto con el capitalismo. Esto nos obliga a realizar un análisis específico del sistema bielorruso.

6.      Porque si en Bielorrusia se ha constituido un “Estado Libre” del poder de las corporaciones, en el sentido del Programa de Gotha, cabe plantearse quién y cómo controla el Estado en Bielorrusia.

7.      Es reconocido de forma general que, de hecho, Aleksandr Lukashenko ha contado con un enorme apoyo popular durante las más de dos décadas en las que ha ejercido su mandato. Una popularidad basada en la conjunción del prestigio que el régimen comunista tenía en importantes sectores de la población y una gestión eficiente que permitió a Bielorrusia evitar los desastres sociales y económicos que los procesos de liberalización supusieron en casi todos los países del Este.

8.      Durante todos estos años, Lukashenko ha sabido mantener y defender los aspectos del sistema anterior que eran positivamente valorados por la población, a la vez que se introducían reformas de apertura de ciertos sectores a la empresa privada. Todo ello en un contexto exterior que durante muchos años fue radicalmente hostil. Si es cierto que la colaboración con Rusia es económicamente importante para Belarus, también lo es que este país ha carecido de las impresionantes ayudas recibidas de la Unión Europea por parte de sus vecinos Polonia y los países bálticos, a las que hay que añadir las enormes inversiones de Alemania y de Estados Unidos en estos países, destinadas precisamente a asegurar la hegemonía económica y política sobre los mismos.

9.       Es cierto que esta popularidad de Lukashenko como soporte político del sistema es, en sí misma, un punto débil o, al menos, insuficiente. Ningún sistema, por muy eficiente que sea la gestión, se libra de momentos buenos y malos, de posibles injerencias externas, de crisis políticas de mayor o menor nivel. El apoyo popular no estructurado puede fácilmente diluirse ante este tipo de crisis.

10. Durante estas décadas, Bielorrusia no ha constituido poderes fácticos enraizados que, ya sea a través de partidos políticos o de organizaciones sociales suficientemente enraizadas, soporten la estabilidad del sistema. Muy probablemente, éste será un reto fundamental para Bielorrusia a partir de ahora.

11. Todo esto nos indica que, muy probablemente, Bielorrusia es precisamente ese “Estado Libre” con el que soñaban los socialdemócratas redactores del Programa de Gotha, o está muy cerca de él. Para bien y para mal. Un Estado que podríamos calificar como “demasiado libre” de la influencia de grupos fácticos. Que, liberado del dominio político de las grandes corporaciones y también del dominio del Partido Comunista de la Unión Soviética, no ha construido todavía esos “poderes fácticos” de soporte popular que necesita para asentar su evolución futura.

 

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