El Futuro de la Socialdemocracia CENSURA EN LAS REDES SOCIALES

El Futuro de la Socialdemocracia

CENSURA EN LAS REDES SOCIALES


1.      Ya es un hecho. Las grandes redes sociales se han sumergido en una dinámica de censura sistemática de opiniones y personas, también –o fundamentalmente- por razones de opinión política o ideológica. Se suprimen cuentas, se desmonetizan entradas concretas o usuarios, se censuran comentarios, entradas, videos, documentos, … La censura en las redes sociales (también en ciertos navegadores y buscadores) se ha vuelto algo tan cotidiano y generalizado que, por sí misma, ha cambiado ya la naturaleza de Internet.

2.      El surgimiento de Internet por sí mismo se convirtió en un excelente instrumento para impulsar la pluralidad y romper de alguna forma el control de la opinión pública occidental por parte de los grandes medios de comunicación. La actual oleada sistemática de censura no elimina, pero sí mutila gravemente y cuestiona cara al futuro el papel de las redes sociales y de Internet en la defensa de la democracia.

3.      La socialdemocracia debe estar en primera línea en la crítica y cuestionamiento de esta censura sistemática y creciente. El futuro del proyecto socialdemócrata está directamente ligado a la democracia avanzada. Frente al agobiante control de los medios tradicionales por parte de las élites económicas, Internet era una esperanza de pluralidad, diversificación y de acercamiento de la información y comunicación a los intereses generales que son, en definitiva, los intereses de los trabajadores asalariados que la socialdemocracia defiende.

4.      La socialdemocracia no puede permitir este nuevo paso atrás que supone la censura en redes sociales, buscadores y navegadores. Cuanto antes, deben avanzarse propuestas normativas que corrijan radicalmente esta peligrosa deriva de la información y la comunicación.

5.      Las grandes redes sociales han absorbido crecientemente un ámbito importantísimo de la información y la comunicación. Esto no puede dejarse en manos de los grandes inversores privados. Si –como estamos viendo- estos inversores no son capaces de resistir la censura sistemática tanto ideológica como política, estos medios deben ser intervenidos, divididos o nacionalizados, al menos parcialmente.

6.      Como en los grandes medios de comunicación, prohibir las participaciones de inversores privados en estas redes podría ser también una medida perfectamente lógica en defensa de la democracia y la pluralidad. Puede argumentarse que los gobiernos también tendrán tentaciones de censura o manipulación de estas redes pero, en todo caso, se trataría de un mal menor frente a lo que ahora está ya ocurriendo.

7.      De cualquier forma, lo ideal sería un debate social que, tanto sobre estas redes sociales como sobre los grandes medios de comunicación tradicionales, nos llevaría probablemente a:

A.      Prohibir o restringir radicalmente la participación de empresas o inversores en estos medios.

B.      Impulsar la participación de trabajadores y usuarios en la titularidad.

C.      Legitimar como mal menor la titularidad pública

D.      Regular la diversificación de la titularidad pública a través de la implicación en la misma de distintos entes públicos locales, regionales o estatales.

8.      Ninguna corriente ideológica puede permitirse mantenerse en silencio ante esta progresiva distorsión de la libre comunicación en Internet. Este tipo de silencios hunden la legitimidad de quienes dicen ser demócratas, pero se someten fielmente a los intereses oligárquicos de las corporaciones. Pero mucho menos puede permitirse este lujo la socialdemocracia, que dejaría de serlo si no defiende a capa y espada el libre flujo de información entre los ciudadanos frente a la censura sistemática y cada vez más agresiva de las élites empresariales.

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