1.
En la
actualidad, mantener y fortalecer la afiliación es uno de los retos más
complejos de los grupos y partidos socialdemócratas. Son frecuentes las
interpretaciones derrotistas sobre la inevitabilidad de la desafección de los
ciudadanos hacia la afiliación en partidos políticos. Estas interpretaciones
vienen a defender que el individualismo y la desmotivación de la sociedad
moderna es, en definitiva, la razón subyacente detrás de esta desafección. Y
que hacer frente a este problema es un reto casi imposible.
2.
Sin embargo,
esto requiere un análisis más detenido. La experiencia demuestra que la
sociedad actual también se mueve, se activa y se moviliza cuando encuentra
razones para ello. Lo que sucede es que las personas, también a la hora de
afiliarse o no a un partido político, tienden en conjunto a actuar con lógica. Y
esto significa, fundamentalmente, que los aspectos negativos que implica la
afiliación a un partido tengan una justificación.
3.
Estos
aspectos negativos son dos fundamentalmente. Por un lado, el esfuerzo de tiempo
y dinero que la afiliación requiere. Por otro lado –y probablemente lo más
importante- el impacto negativo sobre la imagen y las relaciones personales.
4.
En efecto, la
afiliación a un partido político, junto a la adhesión al respectivo proyecto,
implica de hecho un posicionamiento personal en contra de los restantes
partidos políticos. Esto es una consecuencia inevitable de la dinámica
electoral. Los partidos no son proyectos ideológicamente distintos pero que colaboran entre sí.
Los votos que gana un partido son votos que pierde otro y esto les convierte en
enemigos irreductibles. Lo que es bueno para un partido es malo para los demás.
Esto supone que la afiliación a un partido político implica tanto una adhesión
a un proyecto colectivo concreto como un enfrentamiento personal con los
restantes partidos políticos. Esto supone una barrera psicológica difícil de
franquear para muchas personas.
5.
La cuestión
es qué ofrece la afiliación a los partidos socialdemócratas a cambio de estos
esfuerzos. Para algunas personas, por supuesto, una expectativa más o menos
lejana de ubicación profesional. Para la generalidad, la participación en un proyecto
colectivo con una motivación ideológica compartida. En muchos casos, es una
forma de relación social con otras personas con las que se comparten
perspectivas o formas de ver la vida.
Sin embargo, para la generalidad de los simpatizantes, estas
motivaciones no son suficientes.
6.
Con
frecuencia, los afiliados no tienen la sensación de disponer de verdadera
influencia en las decisiones, de que su afiliación sea realmente útil.
Los partidos pueden realizar cambios organizativos que aumenten la
capacidad de decisión o la influencia de los afiliados haciendo así más
atractiva la participación en el partido. Sin embargo, en último término, en
nuestra opinión, si se excepciona a personas profesionalmente motivadas o con
una altísima motivación ideológica, la barrera fundamental para la afiliación a
un partido político radica en el indicado enfrentamiento personal con otras
opciones políticas que la afiliación supone.
7.
El problema
radica en que este distanciamiento o enfrentamiento personal parece una
consecuencia ineludible de la dinámica electoral de los partidos políticos. Si
esto es así, esto nos lleva a dos tipos de soluciones posibles:
A.
Mantener una constante tensión
ideológica que, a su vez, avive el interés ideológico de la afiliación
B.
Establecer o alimentar estructuras
sociales distintas del partido político que impulsen la afiliación o dinamización
social de forma paralela o complementaria a la actividad del propio partido.
8.
En algunos
casos, fueron los sindicatos los que han realizado esta función de afiliación
amplia que luego, indirectamente, alimentaba al partido socialdemócrata. Pero
distintos movimientos sociales y culturales pueden desarrollar funciones
similares o complementarias entre sí. La pertenencia a estas estructuras
sociales sería compatible con la afiliación a distintos partidos políticos y su
relación con el partido socialdemócrata puede ser informal, basarse en
colaboraciones concretas o estar más o menos articulada.