Economía Social y Gestión Pública AUTOGESTIÓN E INVERSIÓN

Economía Social y Gestión Pública

AUTOGESTIÓN E INVERSIÓN

1.      A pesar del importante crecimiento de la economía yugoslava desde la II Guerra Mundial, los desajustes en la inversión productiva fueron constantes e incluso crecientes. El análisis de este fenómeno es de especial interés para nosotros, por estar directamente relacionado con lo que podrían ser problemas o retos estructurales en un modelo económico en el que el Cooperativismo alcanzara un peso significativo.
2.      Desde el ámbito de la inversión productiva, a la autogestión yugoslava se le reprochan dos fallos estructurales:
A.     La insuficiente inversión productiva, especialmente a partir de las medidas de profundización en el modelo autogestionario
B.     El excesivo peso de la inversión en actividades intensivas en capital.
3.      En realidad, es exactamente lo que cabría haber esperado de un modelo de economía “cooperativizada”, tal como EKAI Center viene poniendo de relieve.
4.      Para situarnos en el contexto, es importante señalar que, en el caso de Yugoslavia, estos problemas estructurales comenzaron a surgir a partir del momento en el que la economía se desestataliza y las decisiones de inversión van quedando –cada vez más- en manos de los gerentes y consejos obreros de las empresas.
5.      En ocasiones se ha hecho referencia a los salarios excesivamente altos como una de las razones básicas de la insuficiente inversión. Los salarios excesivos hubieran sido la causa de la escasez de recursos disponibles para invertir.
6.      Sin embargo, ésta no es probablemente la cuestión de fondo sino más bien las razones que llevaron a los consejos obreros a distribuir el valor añadido en base a estos criterios, destinando más recursos a la retribución del trabajo y menos a la inversión.
7.      Como EKAI Center ha venido describiendo para el caso de las cooperativas de trabajo, el problema de fondo radica en lo que hemos denominado como “incentivo inversor”. Lógicamente, los trabajadores no tienen ni el interés por el desarrollo económico de la iniciativa pública ni el afán de lucro del inversor capitalista a la hora de abordar inversiones. Esto conduce, lógicamente, a una menor inversión especialmente en el ámbito de las inversiones extensivas y, a la vez, intensivas en trabajo.
8.      El inversor público puede tener tres tipos de incentivos para abordar estas actividades:
A.     El interés general de impulso de la actividad económica
B.     El interés general de creación de puestos de trabajo.
C.     La generación de beneficios añadidos que financien otras actividades.
9.      El empresario capitalista tiene un alto incentivo en invertir en actividades intensivas en trabajo, en las que el valor añadido generado le permite aumentar sus beneficios en proporción directa al número de puestos de trabajo creados.
10. Sin embargo, el empresario cooperativo o autogestionario carece de este tipo de incentivos. Inversiones expansivas que crean puestos de trabajo obligan a compartir los resultados generados con estos nuevos trabajadores y ello hace que desaparezca el incentivo de lucro diferencial que obtiene el inversor capitalista con cada nuevo puesto de trabajo creado.
11. Estos problemas estructurales del incentivo inversor en la autogestión yugoslava están en la raíz también de las altas cifras de desempleo, un fenómeno desconocido en otros países del Este, sólo parcialmente compensadas con una elevada emigración hacia Europa occidental.
12.  En buena parte, todo parece indicar que la prolongación y profundización de estos problemas estructurales en Yugoslavia pudo ser consecuencia de lo que podríamos llamar “radicalismo autogestionario”. Fundamentalmente, a la hora de liquidar la capacidad de iniciativa estatal, que –como complemento de la iniciativa de las empresas autogestionadas- hubiera sido esencial en el impulso de la inversión o la creación de puestos de trabajo. Detrás de este “radicalismo autogestionario” hubo dos razones fundamentales:
A.     Especialmente en las primeras décadas de la autogestión, la clara voluntad política de diferenciar radicalmente el modelo autogestionario yugoslavo del modelo soviético, lo que, en buena medida, justificaba el no-alineamiento de Yugoslavia durante la Guerra Fría y su plena independencia política frente al bloque del Este.
B.     Cada vez más, el fraccionamiento plurinacional de Yugoslavia, que fue un factor esencial para la desaparición progresiva de la iniciativa económica estatal e incluso para el debilitamiento de la iniciativa económica regional, en aplicación de los modelos de autogestión política, que trasladaron a las estructuras políticas criterios básicos extraídos de la experiencia empresarial autogestionaria.
13. Evidentemente, estos problemas estructurales de la inversión en el modelo autogestionario o cooperativo son menos importantes a medida que el conjunto de las empresas occidentales debilitan su capacidad de inversión productiva. Las empresas autogestionadas disponen de un alto incentivo para invertir en productividad y en aumentar la intensidad de capital y –en este sentido- ayudarían a compensar uno de los problemas estructurales fundamentales de la economía occidental actual. Recordemos que las empresas europeas están abandonando crecientemente la inversión productiva para volcarse en actividades de bajo valor añadido alimentadas en base a mano de obra desproporcionadamente barata y procedente fundamentalmente de la inmigración extranjera premeditadamente impulsada, precisamente con el objetivo de maximizar este tipo de beneficios artificialmente elevados.