Economia Social y Gestion Publica LA IMPORTANCIA DE LA AUTOGESTION YUGOSLAVA

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LA IMPORTANCIA DE LA AUTOGESTION YUGOSLAVA

1.      El modelo yugoslavo de autogestión empresarial tuvo un impacto extraordinario en las distintas corrientes ideológicas socialistas -y también, sin duda, en el ámbito del cooperativismo y la economía social- hasta los años 90. La desaparición del régimen socialista autogestionario fue abrupta. No sólo terminó con un cambio de modelo político y socioeconómico como en otros países del Este de Europa. Desapareció la propia Yugoslavia, el Estado en el que este modelo se desarrolló. Y esta desaparición se produzco de la forma más traumática de todos estos países, a través de un conflicto bélico continuado que llevó a una sucesiva destrucción de varias de las antiguas regiones del estado yugoslavo.
2.      Lógicamente, el derrumbe del sistema explica la pérdida de prestigio del modelo de autogestión yugoslavo, pero sólo parcialmente. Porque, desde una perspectiva analítica, constituye una experiencia histórica de un extraordinario interés tanto en el ámbito político como en el social y económico.
3.      Este interés es especialmente relevante en el ámbito de las cooperativas y la economía social. Es cierto que las empresas autogestionadas yugoslavas no eran jurídicamente independientes del Estado, pero su nivel de autonomía generó en Yugoslavia dinámicas sociales y económicas, tanto a nivel microeconómico como macroeconómico, claramente relacionadas con lo que pudiera suceder en una economía “cooperativizada”.
4.      Desde un punto de vista organizativo, la identificación entre empresas autogestionadas en Yugoslavia, cooperativas de trabajo y sociedades laborales es, en principio, muy alto. Los trabajadores se agrupan en todos estos modelos en asambleas o juntas generales. Y delegan su representación en un “consejo obrero” que en nuestros modelos se denomina “consejo rector” o “consejo de administración”. En todos ellos existe un Director o Gerente y, habitualmente, un “consejo de dirección”.
5.      La diferencia sustancial, por supuesto, es que la representación de los trabajadores en el sistema yugoslavo no es titular de la empresa. Esta titularidad corresponde a un organismo público –local o regional normalmente- aunque la representación obrera dispone de amplia capacidad para la gestión operativa de las empresas, la autoorganización del trabajo, el establecimiento de las retribuciones, el destino de los excedentes, etc.
6.      Si quisiéramos buscar paralelismos en esta autonomía limitada de las empresas autogestionadas yugoslavas, podríamos quizás encontrarlos con el nivel de autonomía de las cooperativas de trabajo integradas en grupos empresariales. También en el peso estratégico y la influencia sobre estas empresas de entidades financieras cercanas. Algo esencial para comprender las estrategias empresariales del modelo yugoslavo y también –durante décadas- de nuestras cooperativas de trabajo.
7.      Las comparaciones pueden ser sorprendentes. En la reforma de los años 70, el poder básico de la asociación de trabajadores se trasladó desde la empresa a un nivel inferior, la “unidad de trabajo asociado de base” que asociaba a los trabajadores participantes en un mismo taller o cadena de producción. El paralelismo con los principios que inspiraron movimientos de reforma cooperativa de las últimas décadas de amplia difusión (lo que se denominó “el modelo Irizar”…) son evidentes.
8.      De la evolución del sistema yugoslavo sorprenden tanto sus éxitos en los años 60 como su estancamiento en los años 80. Ambos períodos son casi coincidentes con la evolución económica del modelo soviético, a pesar de que tanto la expansión como el estancamiento de ambos modelos se produjeron –supuestamente- como consecuencia de razones sustancialmente distintas.
9.      Mientras que, en la propia Yugoslavia, era frecuente en los años 80 conjeturar con una previsible evolución del modelo hacia una configuración cada vez más cercano al modelo cooperativo, desde la perspectiva de los modelos centralizados, la autogestión yugoslava fracasó en buena parte como consecuencia de la excesiva autonomía de las empresas. Esto explicaba, aparentemente, la insuficiente inversión productiva o la excesiva dispersión empresarial. En ocasiones se aludía a la insuficiente adecuación entre derechos y responsabilidades, que generaba una excesiva tendencia a las elevaciones salariales.
10. Es muy posible que uno de los problemas clave del modelo yugoslavo radicara en la falta de un contrapunto estatal suficientemente activo. Ello estaba relacionado probablemente con la debilidad del estado yugoslavo, en el que el principio de autogestión fue aplicado también en el ámbito político, dotando del máximo poder a entidades locales y regionales. Un estado con fuerte iniciativa financiera y con capacidad de adoptar decisiones estratégicas podría haber apalancado a determinadas empresas y sectores. Las empresas autogestionadas convivían en Yugoslavia con microempresas de capitales y, muy probablemente, el contrapeso de un tercer sector de claro liderazgo político hubiese sido fundamental en la compensación de los desequilibrios del sistema.
11. De cualquier forma, la experiencia autogestionaria yugoslava nos aporta una información extraordinaria sobre el posible impacto social y macroeconómico de la extensión de modelos autogestionados, cooperativos o de economía social.