1.
El impago o
la condonación generalizada de deudas es cada vez más un escenario plausible
para el futuro de la economía europea. Recordemos que, junto a la escasa
inversión productiva, el sobre-endeudamiento acumulado es probablemente el
mayor reto de futuro de nuestras economías.
2.
El proceso de
reducción del sobre-endeudamiento o desapalancamiento puede –en teoría- seguir
distintos caminos que, de acuerdo con el informe “Debt and Deleveraging” (McKinsey Global Institute 2010) podemos
clasificarlos de la siguiente forma:
-
Austeridad
-
Inflación
-
Impagos Masivos
-
Crecimiento
3.
Aunque no es
lo más habitual, los Impagos Masivos sí son una vía repetidamente utilizada para
hacer frente al sobre-endeudamiento. En concreto, esto sucedió en 7 casos de 45
analizados por McKinsey en el informe indicado.
4.
Con
frecuencia, se da por supuesto que la austeridad ha sido la vía intentada hasta
ahora, sin éxito, para afrontar este reto en Europa. Sin embargo, lo cierto es
que la austeridad presupuestaria se ha combinado con la estrategia opuesta en
el ámbito monetario. Esto se puede entender desde la perspectiva de que la
expansión monetaria se ha utilizado una y otra vez precisamente por la
incapacidad de crecimiento de la economía europea sometida a la austeridad
presupuestaria.
5.
Transcurridos
12 años desde el estallido de la crisis financiera en 2008, Europa no ha sido
capaz de reducir su nivel de endeudamiento total. Y el estallido de la crisis
COVID-19 hace prever, al contrario, una elevación sustancial de niveles de
endeudamiento que ya eran claramente insostenibles.
6.
Esta situación
límite aumenta sustancialmente las probabilidades de que sea inevitable
recurrir de forma masiva al impago o condonación de deuda. Sin embargo, no nos
encontramos ante un escenario al que pueda hacerse frente a través de impagos
masivos en un sector o en un país concreto. El problema se transforma enseguida
en un reto geopolítico.
7.
Los posibles
impagos o condonaciones pueden plantearse desde una perspectiva interna de cada
país o desde la perspectiva de las relaciones internacionales. En ambos casos
los condicionantes políticos son evidentes.
8.
En el ámbito
interno, los impagos masivos implicarían decisiones políticas drásticas sobre
los acreedores. Más en concreto, la reestructuración radical del sector
financiero o la nacionalización de la banca. Un reto complicado precisamente
por el enorme poder político de la banca en Occidente. Muy posiblemente, ésta
es la razón de que esta reestructuración no se haya abordado en serio hasta
ahora.
9.
A nivel de las relaciones internacionales, el
reto tiene otras características. Supondría un impago masivo de los países
deudores, con un gran perjuicio financiero para los países acreedores. Este
tipo de impagos suponen habitualmente renunciar también a la financiación
externa durante unos años a partir del impago, hasta que el país o países
puedan recuperar la credibilidad. El reto es ciertamente complejo en la medida
en que ahora no hablamos de países concretos como pudieron ser en su momento
Rusia o Argentina, sino del conjunto de Europa y Estados Unidos. Y en un
contexto geopolítico especialmente complicado. Pero Occidente está llegando a
una situación límite en la que afrontar el reto de desapalancamiento mediante su
propia capacidad de ajuste y crecimiento está resultando cada vez más utópico.