"... desde la década de los 70, los bancos centrales occidentales se han convertido en una gigantesca maquinaria destinada –a través del abuso en la emisión de moneda- a dos objetivos básicos:
a) Transferir inmensos recursos desde la economía real al sector financiero
b) Mantener artificialmente viva la demanda, ante una economía permanentemente aletargada, a través de un constante sobre-endeudamiento.
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En el fondo, nos encontramos ante un problema de democracia. Necesitamos una democracia lo suficientemente avanzada como para asegurar que la política monetaria se gestiona en función del interés general y no en función de los intereses de la élite financiera y corporativa. En ausencia de esta garantía, el patrón-oro es un recurso de cobertura que, lamentablemente, resulta claramente preferible a la situación actual"